Se
encuentran en el campo y se llaman. Le llamó el mono al tatú. Le
dijo que van a buscar un potro y llevar al corral para domarlo.
Entonce le dijo el tatú que bueno. Que una vez cada uno iba a
enlazar. Y el mono dijo que bueno. Y cada uno hizo su cueva para
enlazá y entrase áhi.
Y
el tatú hizo su cueva con vuelta, como suele hacé siempre su cueva.
Y el mono arrió un caballo. Y el tatú entonce enlazó un caballo y
entró en la cueva. Y el caballo se quedó enlazado bien. Y despué
le domó. Y no le tiró.
Y
el mono quiso hacé lo mismo, pero él no suele hacé cueva como el
tatú. Le enlazó al caballo y el caballo disparó. Y el mono saltó.
Y el caballo le tiró y como 'staba con el lazo, le tiró juerte y le
hizo saltar a un árbol y le dejó colgado por el árbol y con la
boca abierta que mostraba los dientes.
Entonce
el tatú pasó por allí y le dijo:
Antonio
Rubén Filipighi, 16 años. Formosa, 1960.
Muchacho
del pueblo que cursa el último grado de la escuela primaria. Oyó
contar el cuento muchas veces a peones del campo.
Cuento
268. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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