Una vez lo pusieron al zorro de
comisario. Y con un machete grandote se pasiaba a la salida de un callejón
largo por donde se entraba al pueblo. Cuando vía venir alguno se paraba sacando
pecho y enronqueciendo la voz le gritaba:
Y si le convenía lo dejaba pasar, y
si no, lo hacía volver. En eso apareció el perro por el callejón, y al verlo le
gritó al perro:
Y el perro seguía no más. Y el
zorro empezó a desconfiar, y reculando le gritaba cada vez más despacio, hasta
hablar en secreto, lo que
el perro ya 'taba encima:
Y cuando el perro llegó, dio la
güelta huyendo el zorro, y el perro se le echó por atrás. Y ya cuando el perro
lo iba alcanzando, el zorro ve una cueva 'i vizcacha, y se pierde áhi. Ya
cuando 'tá adentro se da cuenta por el olor, qu e del susto se había ensuciao y
se había emporcao la cola. Y entonce, por disimular lo que le había pasao,
dice:
-¡No ven, cola cochina, lo que ha
hecho! ¡Que ya no se puede de la hedentina! ¡Velay! ¡Te vuá tirar pa juera!
Y hace que tira la cola, y recula
en la cueva, y saca un poco l'anca. Y en eso, el perro que áhi 'taba esperando
que saliera el zorro, lo pilla y lo hace pedazos. Y áhi terminó la justicia del
zorro.
Delfín Camaño, 77 años. Ampolla.
Santa Rosa. Catamarca, 1947.
Muy buen narrador. Campesino
iletrado, pero muy inteligente.
Cuento 78. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 030
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