Éstos, el tigre y el zorro, andaban
desacordados. Entonce el tigre no hallaba cómo matarlo al zorro. Entonce él lo
único que encontró era hacerse el muerto. Como el zorro era tan pícaro no
hallaba otra venganza que hacerse el muerto.
Cuando ya s'hizo el muerto,
avisaron a todos. Y ya vinieron todos los conocidos. Y llegó el zorro. Y empezó
a aprosimarse. Y entonce el tigre quiso aprovecharlo al zorro y matarlo. El
tigre no respiraba. El zorro iba despacito, despacito. Y claro, el tigre ya
'taba cansado y menió la cola y lo vio el zorro. Y más despacito iba. El tigre
pensaba:
Donaciano María Salina, 47 años.
Cumbre de los Comechingones. Puesto El Durazno. Chacabuco. San Luis, 1968.
El narrador es minero. Éste es uno
de los muchos cuentos del zorro que oyó desde niño.
Cuento 157. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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