Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 3 de diciembre de 2013

El tigre, el zorro y el carancho .142

Dice que el tigre tenía una tropía de ovejas. Eran unas mesadas como éstas con mucho pasto.
El carancho era el sargento de ese lugar, ande el tigre vivía. El tigre era el más rico y el más malo de todos los que áhi vivían, y todos le tenían miedo. Por eso él lo mandaba al sargento.
El zorro era muy vivo pero tenía mala suerte con el tigre. Nunca le daba nada, y claro, el zorro le tenía que robar, para comer, porque era pobre. Y áhi comía, ¿ve?
Bueno... el zorro un día le robó un cordero al tigre. Y lo vido el tigre y lo corrió. Se disparó el zorro y se entró en una cueva. Llegó el tigre, pero vido que no lo podía sacar porque era una cueva chica y el tigre como es gran de, no podía entrar.
-¡Cómo hago -dice el tigre- para sacarlo, pa llevarlo preso!
Bueno, y entós ya lo buscó al sargento pa sacarlo. Y ya lo llamó al sargento y le dice:
-Usté, sargento, cuide, no lo deje salir a este pícaro ladrón. Yo me voy a ir a la casa a buscar una pala y un pico, claro, pa hacerla pedazo a la cueva y podelo sacar al zorro.
Entó el zorro, él pensó:
-¿Cómo hago para salir? Me van a llevar preso o me van a matar.
Entós, lo que 'taba áhí, le dice al sargento:
-Mirá, sargento, yo me voy a salir. Abrí grandes los ojos porque di una u otra forma me voy a salir.
Entós el carancho abrió los ojos grandes, grandes. Entós el zorro alzó un puñau de tierra y l'echó en los ojos al sargento.
Y se disparó el zorro y lo dejó al sargento sacandosé la tierra de los ojos.
Bueno, entós el sargento dice:
-¿Cómo haré yo para que no sepa el tigre que me ha embromau el zorro? Si sabe me va a matar. No le voy a decir nada.
Entós vino el tigre con la pala y el pico. Y le pregunta:
-¿Y el preso?
-Aquí 'tá -le dice.
-Bueno, entós vamos a empezar a cavar pa voltiarle la cueva y sacalo.
Bueno, el tigre se puso a cavar. Ya trabajó muchísimo, y no lu hallaba. Llegó hasta el fondo de la cueva y nu había nada. Entós, como no lu hallaba, se dio cuenta que el sargento si había dejau engañar por el zorro, y lu agarró y lo mató. Claro, li había dejau ir al preso.
Y el zorro, claro, no volvió más. Se salvó porque le echó la tierra en los ojos al carancho.

Elvira Isabel Pérez de Molina, 39 años. Cumbre de los Comechingones. Puesto El Paraíso. Chacabuco. San Luis, 1968.

Serrana nativa de esta meseta de los Comechingones, en donde viven antiguos pobladores dispersos, en sus pequeños puestos de pastores.

Cuento 142. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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