Es que un día iba el zorro por un
camino y ha encontrado un lazo. Seguramente lo había perdíu algún campiador, de
los qui andan campiando animales por los cerros.
Es que iba el zorro por un caminito
del campo con el lazo al hombro y si ha encontrau de golpe con el tigre y es
que nu ha podíu disparar. Y áhi li ha dicho:
-¡Ay!, ¡tío Ildefonso, que viene un
ventarrón, que va a venir un ventarrón que no va a quedar árboles en pie, que
no va a quedar nada, que a todos nos va a llevar! Sólo un árbol va a quedar. Lu
ando buscando para atarme con este lazo.
-Si quiere áhi lo voy a atar a
usté, para que no lo lleve el ventarrón a usté. Y bueno, después me voy atar
yo. Después que lo ate bien a usté, me voy atar yo.
Y busca un árbol grueso y lu había
atau bien atado. Y sale disparando después que lu había atau, y le dice:
Y áhi vienen otros zorros, que era
un matrimonio, la Pancha
con el Pancho era. Y lu han visto al tigre atau.
-No, no los voy a comer.
¡Desatenmén! ¡Desatenmén!, no los voy a comer.
-¡Qué ti hi dicho, Pancho! ¡Qué ti
hi dicho, Pancho! y si ha disparau. Y que se iba disparando,
disparando.
Y va y lo traga a ella tamén.
Lo ha comíu tamén. A los dos los ha comíu. Y el otro, el Juan pícaro, a dónde
iría a parar.
María Adela Oviedo de Nieva, 68
años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.
Nativa del lugar. Buena narradora.
Cuento 126. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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