Dice que una vez el tigre quería,
porque estaba dijustado con su sobrino, el zorro, quería de cualquier forma
agarrarlo. Entonce no inventa otra cosa qui hacerse el muerto. Y prepara un
velorio. Entonce se difunde en toda la comarca la muerte del tío tigre. Y
empiezan a caer todos los animales. Y el peludo, el zorrino montau en una
comadreja, así, el ñandú, la vizcacha, en fin, se llena la casa de todos estos
animales. El zorro llega hasta la puerta, y receloso, no quiere entrar. Dice:
Pedro Caruceti, 56 años. Cañuelas.
Buenos Aires, 1960.
El narrador oyó este cuento a una
campesina, doña Primitiva Cabrera, de 72 años, en Federal, Concordia, Entre
Ríos, en 1945, que era una gran narradora. Lo oyó también a un peón de estancia
de la provincia de Buenos Aires.
Cuento 195. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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