Un
cazador fue un día al bosque a intentar cazar unos conejos bien
rollizos, para que su mujer los guisara aquella noche. Mientras
caminaba hacia el bosque, iba cantando:
-A
mí me gusta comer arroz, pero comer conejo es mucho mejor...
Un
tejón oyó cantar al cazador y se entristeció mucho, pues los
conejos del bosque eran sus amigos. Corrió rápidamente a contárselo
a un niño que allí cerca vivía.
-Tenéis
que esconderos -dijo inmediatamente el niño.
-Es
demasiado tarde -contestó el tejón.
Miraron
todos hacia donde el tejón señalaba y vieron acercarse al cazador.
En aquel mismo instante, sonó un formidable disparo y cayó una
enorme castaña. Al golpearse contra el suelo, se abrió y, tan
grande era, que dentro podía esconderse fácilmente un conejo.
-Si
hubiera más -se quejó el niño- podríais esconderos todos.
No
había terminado de hablar cuando un caballito que estaba con ellos
se puso a sacudir el árbol con todas sus fuerzas y las castañas
cayeron una a una. Todos los conejos tuvieron una castaña donde
esconderse y allí permanecieron hasta que se marchó el cazador.
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anonimo cuento - 064
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