Cuando
Marcos fue a casa de su abuelo y su abuela a pedir algo de dinero
para el tiovivo, los encontró bailando alegremente. Se movían al
son de una danza escocesa, aunque el tamaño del salón apenas lo
permitía. El perro, temiendo por su cola, había corrido a
refugiarse bajo una silla, para mayor seguridad.
-¡Ay!
¡La cabeza me da vueltas! -exclamó la abuela, ya sin aliento.
¡Sujétame, Marcos, que me caigo!
-No
te preocupes, abuelita, voy a hacer que se te pase el mareo -dijo
Marcos. Y empezó a darle vueltas en sentido contrario. Cuando hubo
terminado, la abuelita ya no estaba mareada y, agradecida, le dio
dinero para montar en el tiovivo.
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anonimo cuento - 064
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