Dan¡
estaba aún meditando los extraños consejos que le habían dado el
alcaraván y la abubilla, cuando el caballo enderezó las orejas y se
paró. Después, partió de nuevo al galope entre los árboles,
guiado únicamente por su instinto. No tuvieron que ir muy lejos,
pues, al momento, Dani vislumbró una pradera en el horizonte.
-¿Será
suficiente para todo el rebaño? -se preguntó.
Y
así fue. El prado era casi tan grande como el de la primavera y el
del verano juntos.
-¡Hemos
encontrado pastos para el otoño! -exclamó Dani entusiasmado,
mientras acariciaba con dulzura las crines del caballo. Entendiste
mejor que yo lo que quisieron decir el alcaraván y la abubilla.
-No
es de extrañar -replicó el caballo. Los animales se entienden entre
sí mucho mejor que los hombres.
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anonimo cuento - 064
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