El
zorro quería aprender a silbar como la perdiz. Entonce el zorro no
tenía la boca chica. La perdiz le cosió la boca y le enseñaba a
chiflar. Y el zorro chiflaba: ¡chus!... ¡chus!... Entonce ha veníu
por un camino, el zorro. Ha veníu a deshora de la noche, el zorro,
estudiando el chiflido, que él quería aprender. Y que venía dele
trote no más. Cuando se le vuela la perdiz di abajo de él. El zorro
si asusta, quiere cazar la perdiz y pega un grito ¡cuac!, y se le
rajó la boca de oreja a oreja. Y de entonce el zorro tiene rajada la
boca hasta los cormillos, y la perdiz jue la que lo sosprendió y
l'hizo rajar la boca.
Máximo
Reyes, 68 años. Las Cuevas. Tupungato. Mendoza, 1951.
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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