El
zorro invitó a la amiga cigüeña a comer a su casa. Le preguntó
qué comida deseaba comer. La cigüeña le dijo que le gustaba mucho
la mazamorra. El zorro preparó una mazamorra muy deshecha, casi toda
era jugo.
Llegó
la cigüeña y le sirvió la comida en una piedra lisa. Él comía a
más y mejor, pero la cigüeña sólo pudo levantar dos o tres
granitos de mazamorra.
Después
lo invitó la cigüeña. Preparó también una rica maza-morra. Y la
sirvió en una botella.
La
cigüeña comió hasta llenarse y el pobre zorro miraba, y de vez en
cuando pasaba la lengua por donde se corría algún poquito de jugo,
al sacar la comida la cigüeña.
En
esa forma quedaron a mano y ninguno dijo nada.
Silvano
Arístides Hernández, 61 años. Mar del Plata. Buenos Aires, 1958.
El
narrador es Director de Escuela.
Oyó
este cuento desde niño a campesinos de la Provincia.
Cuento
654. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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