El
zorro y la bandurria eran compadres.
Un
día, el zorro la invitó a almorzar a su casa, a la bandurria.
Cuando llegó a la casa, le pone el zorro en un plato una sopa de
arroz, espesa. La bandurria quería comer, le gustaba, le gustaba
mucho, pero con el pico largo que tiene no podía alzar nada. Y
resulta que el zorro comía, debe, y comía y comía, y se comió
todo. Al fin al cabo se comió toda la comida él. Y el pajarraco los
pisotones y no podía comer. Y no comió nada.
Entonce
al otro día se quiso vengar. Lo invitó la bandurria a comer al
zorro. El zorro se encontró que la bandurria le sirvió la comida en
una botella.
-Bueno,
sírvase, compadre -le dice.
El
zorro quería comer y no podía. Le buscaba por todos lados, pero no
había caso. La bandurria entraba el pico y comía. El caso es que
comió toda la comida y el zorro se quedó lambiendo porque no podía
comer. Y entonce le dice la bandurria:
-Qué
le parece, compadre, quedamos a mano, ¿no?
Carmelo
Crespo, 68 años. Villa Llanquín. Pilcaniyeu. Río Negro, 1971.
Peón
de campo. Buen narrador.
Cuento
658. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 048
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