Que
el zorro siempre se la andaba por comer a la chuña y no podía. Que
un día se encontraron y el zorro le hizo una apuesta a la chuña a
ver quién resistía más con la cabeza abajo 'el agua. Y ya
convinieron en que se iban a juntar al otro día en un arroyo y áhi
iban a cumplir la apuesta.
Bien
de mañanita se juntaron en el lugar qui habían dicho. Nu había
salido el sol y l'helada 'taba blanquiando en los yuyos. El zorro
'taba tiritando de frío, pero disimulaba. Y ya dentraron no más al
agua y metieron la cabeza. El zorro 'taba soportando sin respirar,
mientras tanto la chuña se sacó unas cuantas plumas largas y las
plantó en el barro, y ella di un volido se subió a un árbol. Al
ratito no más el zorro sacó la cabeza y vio las plumas, y dijo:
Y
ya salió del todo y le dio un avance, y di un salto la jue a
agarrarla, y ¡qué pucha!, se doblaron las plumitas y él se dio un
golpe tremendo con una piedra que 'taba áhi.
Entonce
la chuña lu habló del árbol ande 'taba, y le dijo qui áhi tenía
su castigo por ser tan de malos tratos. Y se voló, y el zorro se
quedó duro de frío, mojado y sin desayuno.
Santos
Gil, 72 años.
Buen
Esperanza. San Luis, 1951.
Cuento
827 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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