Los
huevos de avestruz
El
zorro y el quirquincho eran compadres. El zorro era muy flojo y el
quirquincho muy guapo. El zorro se quería aprovechar siempre del
trabajo del quirquincho, pero el quirquincho se había dado cuenta y
lo embromaba al compadre que se pasaba de vivo.
Cierta
vez el quirquincho lo invita al zorro a buscar chañar. Cuando
llegaron adonde 'taban los chañares cargados de fruta, el zorro se
quedó atrás. El quirquincho juntó mucha fruta y la trae. El zorro
no había juntado nada y le pregunta al quirquincho cómo podía
hacer para llevar algún poco de chañar a su casa. Entonces le dice:
-Vea,
compadre, es muy fácil. Mire, vaya a aquel chañar, pongasé lejito,
y venga con toda la furia y pegue con la cabeza en el tronco del
árbol. Áhi van a caer los chañares a montones. Así hago yo.
Fue
el zorro, y se vino corriendo de lejos y pegó un topetazo con la
cabeza en el tronco del árbol de chañar. Casi se volcó los sesos.
Cayó al suelo medio desmayado. Cuando se compuso, vio en el suelo
una frutita, y la alzó diciendo:
-Basta
para mis hijitos.
Se
juntó con el quirquincho y se volvieron juntos, pero el quirquincho
no le aflojó nada de su cosecha.
Otra
vez se convidaron para salir a buscar huevos de avestruz. Llegaron a
un lugar donde andaban muchos avestruces. El quirquincho empezó a
buscar las nidadas y el zorro se quedó atrás, haciéndose el
cansado. Al rato volvió el quirquincho con varios huevos de avestruz
y el zorro le pregunta que cómo puede hacer para encontrar algunos
huevos. Entonce le dice el quirquincho de pícaro:
-Vea
compadre, es muy fácil. Vayasé y donde encuentre un avestruz sigaló
hasta que empiece a perder los huevos y usté los va recogiendo. En
cuanto vea una cosa algo redonda, parecida a esto, levantelá no más,
porque esos son los huevos. El zorro fue y empezó a seguir al primer
avestruz que encontró. Como era tan flojo, se empezó a cansar en
seguida no más. En eso que iba, tropezó con una piedra blanca y
redonda, y áhi la levantó pensando que era un huevo de avestruz. Al
rato volvió a tropezar con otra y hizo lo mismo, la levantó.
Entonces dijo:
-Basta
para mis hijitos -y se volvió.
Se
juntó con el quirquincho y se volvieron a las casas, cada uno con su
cosecha de huevos. El quirquincho vio que lo que había recogido el
zorro eran piedras, pero no le dijo nada.
Los
hijitos del quirquincho se dieron un banquete con los huevos de
avestruz.
El
zorro le dio a la zorra los huevos que él había encontrado. La
zorra los puso a hervir. Los cocinó un día entero, pero no se
ablandaban. No sabían qué les pasaba a estos huevos que eran tan
duros, hasta que al fin se dieron cuenta que eran piedras y que el
quirquincho lo había embromado al compadre zorro tan flojo y que se
cree tan vivo.
Juan
Ferreira, 50 años.
Los
Puestos. Chacabuco. San Luis, 1958.
Modesto
ganadero. Buen narrador.
Variante.
El relato amalgama los motivos de dos cuentos:
La cosecha del chañar y
Los huevos de piedra.
Cuento
822 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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