Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 25 de octubre de 2014

Las bodas del rio

El rey de Wei estaba apenado. La provincia de Ye había sido la más rica de su reino y ahora era la más pobre. Ni arroz producía ya. Entonces hizo venir a Li-Men-Pao a su presencia y le dijo:
-La provincia de Ye se está hundiendo en la pobreza. Vete allí y averigua por qué.
-Sería para mí una gran honra ser vuestro gobernador -respondió Li-Men-Pao. Lo único que lamentaré será no veros todos los días.
Y partió inmediatamente.
Se despojó de todos sus atributos y montó en un caballo blanco. En él cabalgó durante más de tres semanas. A los veinticinco días llegó, por fin, a su destino.
«¡Qué hermosa es la provincia que el emperador ha puesto en mis manos!», se dijo, al contemplarla desde una colina.
Pero, al acercarse más, vio que los campos estaban abandonados. Era una tierra fértil, pero sólo producía espinas y abrojos.
-¿Por qué no cultiváis los campos? -preguntó a un campesino que llevaba todas sus posesiones en un carromato. Parecen tan fértiles que un hombre, sin trabajar, podría obtener más de una cosecha.
El campesino no respondió. Li-Men-Pao montó en cólera.
-¿No sabes que yo soy el nuevo gobernador? -dijo, gritando. ¿Por qué no me respondes?
-Yo ya no pertenezco a la provincia de Ye -respondió el campesino. La dejo para siempre.
Aquel hombre era el primero de una larga caravana que abandonaba sus dominios.
-¿Por qué os vais? -volvió a preguntar Li-Men-Pao. pero nadie le respondió.
Cuando llegó a la capital de la provincia, la encontró vacía. Ni una sola tienda había abierto sus puertas.
-¿Por qué? -preguntó al viento, pero tampoco obtuvo ninguna respuesta.
Después se dirigió al norte. Al abandonar una pequeña aldea oyó sollozar a unos ancianos.
-¿Qué os pasa? -preguntó Li-Men-Pao, al entrar en su choza. ¿Por qué se marchan todos de la provincia de Ye?
Los viejos le miraron asombrados. Una doncella de catorce años lloraba acurrucada en un rincón.
-¿Acaso no lo sabes? -preguntó la vieja. Li-Men-Pao negó con la cabeza.
-En este lugar hay un río llamado Dhzang -comenzó a contar el viejo. Todos los años por la primavera se desborda y anega nuestros campos. A veces arrastra casas, y muchos animales se mueren. Un día bajaron de las montañas de Dung-Ling un grupo de brujas y dijeron que el río Dhzang se desbordaba porque quería casarse. Desde entonces hemos estado dando todo nuestro dinero para la ceremonia nupcial.
-¿No se ha casado ya el río? -preguntó Li-Men-Pao. ¿Cuántas mujeres quiere tener?
-El río sigue desbordándose -prosiguió el viejo, y las brujas dicen que es porque las novias que le hemos dado no terminan de gustarle. De esta forma, nos hemos ido hundiendo cada vez más en la miseria.
-Y lo peor -dijo sollozando la vieja- es que este año será a nuestra hija a la que arrojen al río.
Li-Men-Pao sintió lástima de la doncella. En seguida vistió sus ropajes de gobernador y regresó a la capital. Esta vez le recibieron los principales de la provincia. Vestían con más fausto que el mismo emperador. Al verlos, dijo Li-Men-Pao:
-¡Así me gusta! Que los que dirigen al pueblo vistan mejor que los campesinos. En la tierra debemos imitar el orden que impera en los cielos.
Los principales se frotaron las manos y se dijeron:
-No vamos a tener problemas con este gobernador. Le daremos una parte de lo que recaudamos y, de esta forma, le tendremos contento.
Li-Men-Pao les colmó de halagos. Un día hizo venir a su palacio al principal con más autoridad.
-Me he enterado -le dijo- de que nuestro caudaloso río Dhzang cada año exige una esposa.
-Así es -respondió, satisfecho, el noble. Es tan furibundo que, si no lo hiciéramos, anegaría todas las aldeas de la provincia.
-Digna labor la que hacéis por el pueblo -volvió a decir LiMen-Pao. La considero tan importante que yo mismo presidiré la ceremonia de este año.
-Será un honor -exclamó el principal y se marchó, feliz, a su casa.
Mientras llegaba ese día, Li-Men-Pao recorrió de arriba abajo el cauce del río Dhzang. Estudió con sus ingenieros la causa de las inundaciones, y planeó desvíos y diques.
-¿Habéis visto? -se burlaban los principales. Nuestro gobernador piensa comprar tierras. ¿Para qué, si no, se pasa todo el día midiendo nuestros campos?
-Se nota que sus antepasados fueron labriegos -comentaban las brujas. Ya se le pasará esa fiebre cuando pongamos en su mano el importe de los impuestos.
El día de la ceremonia, Li-Men-Pao vistió sus mejores galas de gobernador. Se sentó en un sitial y la bruja mayor bailó la danza de los cien velos. Después ordenó que arrojaran a la doncella al río Dhzang.
-Un momento, un momento -dijo Li-Men-Pao. ¿Es ésta la novia de este año?
La bruja mayor afirmó con la cabeza.
-Ciertamente es hermosa -prosiguió el gobernador. Pero ¿no os parece demasiado joven? Este río es muy viejo. Lleva milenios fluyendo por estas tierras.
Entonces pasó la vista por el grupo de brujas y señaló a una que ni era joven ni vieja.
-Tú me pareces más apropiada. Baja y despósate con el río. Verás cómo nos lo agradece.
Pero la corriente del río Dhzang no amainó. Continuó fluyendo con la misma fuerza de siempre.
-Es raro -exclamó Li-Men-Pao. He debido equivocarme de edad. Al río le gustan las esposas más entradas en años.
Otra vez volvió a pasar la vista por el grupo de brujas. Señaló a la mayor y añadió:
-El río se volverá loco de contento contigo. Te ha llegado la hora de desposarte -y ordenó arrojarla a las aguas.
De esta forma, fue deshaciéndose una a una de todas las brujas. Cuando llegó a la última, se arrodilló y dijo, señalando a los principales:
-Todo lo planearon esos hombres. Fueron ellos los que nos mandaron venir de las montañas de Dung-Ling y nos ordenaron contar esa historia de que el río se desbordaba, porque quería casarse.
Li-Men-Pao se volvió hacia ellos y decretó:
-Durante diez años haréis trabajos forzados. Además, restituiréis todo lo robado y vuestros bienes serán confiscados. Agradecidos, los principales se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente. Todo el pueblo que asistía a la ceremonia empezó a dar gritos de alegría:
-¡Este es el gobernador que necesitábamos! ¡El rey de Wei jamás se olvidó de nosotros!
Pero Li-Men-Pao les regañó con crudeza:
-¿Por qué habéis sido tan crédulos? -les echó en cara. El río Dhzang se desborda, no porque desee tener más concubinas que el mismo emperador, sino porque su trazado es muy irregular.
Entonces les mostró los estudios que había hecho de su cauce.
En menos de tres años todos los diques y desvíos estaban terminados, y nunca más volvió a desbordarse.
Acabado su trabajo, Li-Men-Pao fue llamado de nuevo a la corte.
-No quiero que sigas lamentando no poder verme todos los días -le dijo el rey de Wei, y él sonrió, porque estas mismas habían sido sus palabras al partir hacia la provincia de Ye.

0.005.1 anonimo (china) - 049

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