Cierto
día un mono se vio interrumpido en su camino por un arroyo que
estaba muy crecido. Observaba en todas direcciones, en busca de
medios con qué poder salvar el obstáculo. A pocos metros ve un
yacaré enorme que tomaba sol. Se dirige hacia él:
-Querido
pariente, quiero me hagas pasar el arroyo, tú que eres un buen
nadador -le dice.
El
yacaré abriendo su boca, lanza un rugido.
-Querido
pariente -dice nuevamente el mono, ¡yacaré lindo, de linda boca!
-¿Qué
quieres, hijo?
-No
sé nadar, tú ya lo sabes.
-Sí,
sí -dijo el yacaré, abriendo nuevamente la boca.
-Y
quiero que me hagas pasar del otro lado, montado en tu fino y suave
lomo.
-¿Tú
no sabes nadar? -dijo el yacaré cerrando un ojo.
-Tú
me harás pasar, yacaré lindo, de linda boca, de lomo fino y suave.
El
yacaré exclama:
-Te
haré pasar, hijo, con la condición de que en todo el trayecto tú
irás repitiendo lo mismo.
-Acepto
-dijo el mono.
-Sube
sobre mi lomo y acomodate lo mejor que puedas.
Ya
el mono va montado sobre el lomo del yacaré. El yacaré nada hacia
la orilla opuesta, mientras el mono va repitiendo:
-¡Yacaré
lindo, de linda boca, de lomo fino y suave!
En
la orilla saltó el mono a tierra firme y grita:
-¡Yacaré
feo, de boca grande y lomo de serrucho!
El
yacaré ofendido intentó correr al mono pero al ver que este trepó
a un árbol mientras repetía la misma frase, y al verse impotente de
vengarse, se largó en el agua y se fue.
Juan
C. Balzaretti. Invernada. Esquina. Corrientes, 1950.
El
narrador es Director de escuela. Oyó el cuento desde niño en
distintas zonas de la provincia.
La
expresión muy cuidada del narrador no corresponde a la lengua
hablada de la narración; puede darse en la lengua escrita.
Cuento
761 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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