Había
una vieja que tenía un loro que li alcagüetiaba todo lo qui hacía
la sirvienta. La sirvienta le tenía mucha rabia. Un día qui habían
hecho morcillas, el loro se puso arriba de la olla y empezó a
picotiar. La sirvienta que quería librarse de él, lo pechó, y el
loro se cayó adentro de la olla de morcillas.
Por
milagro no se murió, pero salió quemado y con la cabeza pelada, y
se quedó quieto en un rincón, medio muerto. Cuando vino la vieja,
preguntó por el loro. La sirvienta le dijo que por hacer daño había
quedado muy enfermo y pelado. Al fin sanó, y un día que estaba en
la puerta, vio a un hombre que salía de una peluquería, bien
pelado, y le dice:
-Vos
también anduvistes comiendo las morcillas, ¿no?
Francisco
Olmos, 38 años. Ullún. San Juan, 1952.
Cuento
784 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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