Era
en una casa de negocio, que tenían un loro muy hablador. El dueño
tenía un muchacho de dependiente.
Un
día, le dice el patrón al muchacho, al dependiente:
-Ve,
muchacho, no vas a vender este queso porque está rancio.
Y
viene una señora, y corta no más el queso el muchacho y le vende. Y
el loro 'taba en el mostrador, y dice:
-¡El
queso 'tá rancio! ¡El queso 'tá rancio! -decía el loro.
Y
se va la mujer. Lo prueba y efectivamente, 'taba rancio el queso.
Entonce se viene y lo tira:
-Bien
mi había dicho el lorito que el queso 'taba rancio.
Y
bueno, viene y le cuenta al patrón, y viene y le dice:
-Fijesé
el pícaro del loro cómo me perjudicó, no me dejó, dice, ganar la
plata. Cuando yo 'taba vendiendo el queso, el loro decía que el
queso 'taba rancio.
-Ya
lo vamos a pelar por cuentero -le dice.
Entonce
agarra el patrón las tijeras y le corta un poco de pluma y lo pone
en la lorera. Le traen la comida y le ponen. Enojado, el loro, tira
toda la comida al suelo. Y viene un pila, un perro pila, un perro
pelado, y lo mira y le dice:
-¿A
vos también ti han pelau por cuentero? ¿A vos también ti han pelau
por cuentero? -le dice al pila.
Ramona
Virginia
Villafañe
de Coronel, 86 años. Catamarca, 1968.
Cuento
783 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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