Había
un puma viejo que pidió por favor que le busquen un burro por áhi
porque no podía cazar, ya muy viejo, y que se lo traigan a la casa
de él. Comiendo carne de burro dura, firme, él se iba a componer
con seguridá. Al amigo zorro que le sabía pedir, que en otras
ocasiones sabía comer lo que dejaba el amigo puma. El zorro le traía
perdices en recompensa. Pero lo que es las perdices no lo alimentaban
al lión. Fue el zorro y halló un burro que había estado trabajando
mucho, revolcandosé, y le dijo:
Bueno,
dijo que los patrones le hacen trabajar mucho.
-Entonce,
en cambio, le conviene a usted ir a una parte de donde vengo yo. Hay
agua, está solo, y áhi lo va a hallar a su amigo.
No
tenía ganas el burro de ir con el zorro.
-¡Vamos!
¡Vamos! Seguro, lo va a pasar muy bien áhi.
Con
esa seguridá se fueron al campo. El zorro al trote adelante. El
burro iba como desconfioso, al principio. Fueron y llegaron a una
cañada muy linda. Había buen pasto.
-¿Ha
visto que es lindo?
-Sí,
es lindo, señor, pero 'tar solo casi no me gusta.
-¡Uh!,
aquí es muy lindo.
Y
es cierto, no había animales y había muchos pájaros. Al otro día
vino el zorro a ver cómo había amanecido el amigo. Taba contento el
burro cuando lo vía al amigo. Se alegraba cuando lo vía al amigo.
-Manda
decir el Rey que vaya para conocerlo, para anotarle el nombre.
-¿El
Rey? No. Yo no quiero saber nada con el Rey.
-Pero,
no, si es muy bueno. Y a más que es amigo mío.
Quería
llevarlo ande 'taba el lión.
-¡Y
vamos! ¡Y vamos! ¡Y vamos! Ya que ha venido acá y que somos
amigos, ¿cómo me va a despreciar?
¡Puta!,
ya se fueron. Ya lo convidó no más. ¡Pero va con una desconfianza
el burro!...
Ya
comenzó a llegar. Allá, en aquel punto que había estado bien
cerquita, comenzó a agarrar los olores del lión. Desconfioso el
burro. Se olfatiaban mutuamente. Pero también ya se preparó el lión
para dar el salto.
Cuando
tuvieron frente a frente, pegó la vuelta cerrada el burro y le pegó
con las dos patas una patada en el pecho, y lo guastó al lión. Y áhi cayó al suelo. Y clamaba el lión:
-¡Éste
es el momento más difícil de mi vida! ¡Cómo me voy a crer que voy
a errar un salto tan lindo! Que lo tenía ya a la mano. Pero será
porque estoy tan viejo.
Clamaba
y clamaba, pobre lión, de dolor y di hambre. Jue el zorro, corrió y
le trajo una perdiz, y casi ya no la pudo comer el lión estropiau
como 'taba.
Así
que lo mató el burro, al último, al lión.
Delfín
Prado, 75 años.
Cortaderas.
Chacabuco. San Luis, 1968.
Campesino
nativo del lugar. Un gran narrador.
Cuento
747 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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