Un
peón de la Estancia me contaba que el perro, cuando alguna comida le
hace mal, se cura con un yuyito que él conoce. Y me decía que ese
remedio se lo enseñó la víbora. La víbora le pidió al perro que
le diga cómo se puede curar el dolor de cabeza, porque la víbora
sufre grandes dolores de cabeza. Como el perro es tan fiel al hombre,
le dijo que cuando sienta ese dolor se cruce por los caminos por
donde vea que pasa gente. Pero, claro, es para que la maten. Y la
víbora pasa por los caminos y así la ven y la matan, y el perro
quedó sabiendo cuál yuyo le hace bien, porque es purgante.
Héctor
Maritano, 57 años. San Jenaro Norte. San Jenaro. Santa Fe, 1981.
Cuento
399. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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