Había
un hombre de campo que tenía mucha majada di ovejas y chivas. Y
había criau un solo perro pastor para que cuidara la majada, que era
tan grande. Para pior, al pobre animal le daban muy poco de comer. El
pobre pastor iba todo el día di acá pá allá y ya 'taba muy flaco
y débil.
Todos
los días largaban en la casa la majada. Le daban un poco de comer al
pastor y áhi s'iba él tamén.
Un
buen día se le presentó el zorro al pastor y lo comenzó a
conversar. Y le dijo que él estaba muy flaco porque el amo le daba
poco de comer. Que él le podía remediar ese mal si se ponían di
acuerdo. Y le dijo que le diera u le vendiera un cordero gordo.
-Pero,
hombre -le dice el zorro, di alguna manera los vamos a arreglar.
Mirá, ve, vos 'tas demasiado flaco porque no te dan de comer bien.
Mirá, yo voy a agarrar un cordero. Vos me vas a correr y ti hacís
el que no mi alcanzás, porque 'tás tan flaco, muy débil. Yo me voy
a comer la mitada y te voy a guardar la otra mitada pa que te la
comás vos. Yo te la voy a dejar en tal parte. ¿Mi oyís, compadre?
Áhi no más lu hizo compadre.
Y
así hicieron el trato. Y el compadre zorro li agarraba día por
medio un cordero, comía la mitada y lo dejaba escondida la otra
mitada para él.
Y
así iban pasando los días, y pasaron más de quince días. Entonce
echó menos el patrón los corderos, vido que se le 'taban perdiendo
los corderos.
Entonce
dispuso el patrón de salir él con la majada y ver qué pasaba. Y
así transcurrió como veinte días. Y en esos días no pasaba nada,
no se le perdía ni un cordero. Un día, cuando la majada hizo rodeo
cerca 'e las casas, entonce, ocultandosé llegó el compadre zorro. Y
entonce le dice al perro en secreto:
-Compadre,
esta noche, cuando si haga la noche, voy a venir para llevar un
cordero o un chivo, en fin, lo que venga bien, pero claro, más fácil
es un cordero porque no bala. Pero si llega a sentir el patrón, y te
da orden de que mi alcancís, entonces vos corrís, cuando él ti
anime, te estirás, rodás, te llevás por delante algún monte, en
fin, hacés pa que vea que estás débil, que no podís correr, que
no me podís agarrar.
A
la noche llegó el zorro y cazó un cordero. Y lo sintió al patrón
y lo animó al pastor. El pastor salió corriendo y ya pegó una
rodada y quedó medio a caballo en una piedra. Y ya quedó estiráu
en el suelo. Y el zorro se jue no más con el cordero. Entonce el
patrón vio que el perro no tenía juerzas pa disparar. Entonce el
patrón ordenó a la familia que le hicieran bastante qué comer al
perro y que le dieran todas las mañanas carne y leche. Y entonce
dice:
Y
así, a los ocho días, ya el pastor si había puesto lindo, gordito.
Le daban bien de comer y todavía tenía lo que le dejaba el
compadre.
Una
noche 'taba garugando y llegó el zorro por detrás de la casa. Y lo
encontró al compadre y le dice:
-Áhi
tengo -le dice- cerquita un chivo gordo lindo, y como 'ta lloviendo
vamos a ir a comer sin miedo.
Y
jueron. Después que comieron le dice el zorro al perro:
-Sí
-le dice, en el sótano tiene dos bodegas, pero la puerta 'tá
cerrada y no tenimos por donde entrar.
El
perro lo llevó y el zorro hizo una cueva en una esquina del sótano
y se metió adentro. Y ya le gritó al compadre que se metiera
adentro tamén.
-Pero
sí, compadre, entre despacito no más. Nu haga ruido, vamos andar
sin hacer ruido para que no los sientan.
-A
la oría de las bordalesas hay siempre una juente de carrascal para
que caiga el vino que cai de las canillas. 'Taban las juentes llenas
de vino y áhi se sentaron cada uno a tomar di una juente. Y ya el
zorro se puso mamau bastante, se emborrachó, se tomó. El compadre
pastor tomaba poco y no quería ponerse en pedo. Y dice el zorro:
Cuando
abrió la boca el zorro para gritar, el pastor salió puerta ajuera y
se jue al corral. Y el zorro se quedó adentro meta grito no más.
Y
el patrón salió los gritos no más lo que óiba gritar el zorro,
animando al perro. En eso salió el zorro por el aujero qui había
hecho, y claro, ladiandosé borracho, no podía disparar nada.
Y
ya el pastor ya llegó y lo agarró tamén, y le dice el zorro:
Pero
no hubo caso porque en eso llegó el patrón y le pegó unos
garrotazos y lo tuvo que matar no más.
-¿Han
visto? -le dice el patrón a los de la casa- ¿que el pastor, ahora
que le dan bien de comer es muy güeno?
Lorenzo
Calderón, 80 años. El Durazno Alto. Pringles. San Luis, 1980.
Campesino
que ha cursado la escuela primaria.
El
cuento del perro pastor y el zorro acumula el motivo del animal que
entra a la bodega, y borracho, grita.
Cuento
449. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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