Ésta era una viejita
muy pobre que tenía un solo pollito. Un día, la viejita no tenía carne, ni qué
comer, y le cortó una patita al pollito y se la comió. Otro día que también
tenía mucho hambre, le cortó una alita y se la comió. El pollito pensó que así
iba a morir muy pronto y se disparó, se fue. Al tercer día cuando la viejita lo
quiso agarrar para sacarle otra presa no lo encontró más.
El
Medio Pollo agarró un camino y se fue sin rumbo. Cuando ya iba muy lejo, se encontró
con un zorro. Y el zorro le dijo:
-No,
zorro -le dijo, ¡qué me vas a comer si soy un pobre Medio Pollo! ¡Dejame! ¿No
te da lástima de verme así?
-Bueno, entonce te
dejo.
Bueno...
El Medio Pollo se sacó la estaquita, lo tragó, se volvió a poner la estaquita y
siguió su camino. Cuando ya había andado un buen rato, encontró un lión, y le
dijo:
El
Medio Pollo se sacó la estaquita, se lo tragó y se fue. Más allá se encontró
con un tigre y le dijo:
-¡No,
tío tigre, no me coma! Yo soy un Medio Pollo pelau, flaco, que no le alcanzo ni
para un bocau, dejemé. ¿No quiere que corramos una carrera?
El
tigre le tuvo lástima, y le dijo que bueno. Y corrieron la carrera. Como el
Medio Pollo era muy ligero, el tigre se cansó, y se sentó a la orilla del
camino. El Medio Pollo le dijo que si no quería que fueran lejo, juntos. El
tigre le dijo que bueno. El Medio Pollo se sacó la estaquita, y se lo tragó y
siguió su camino. Después encontró un río que venía muy crecido. Quería pasar,
pero no podía. Ponía la patita y se la llevaba l'agua, ponía la alita y se la
llevaba l'agua, ponía el piquito y se lo llevaba l'agua. Después que estuvo
pensando mucho rato, sacó la estaquita y se lo tragó a todo el río y quedó el
río completamente seco. Y se fue.
Y corrieron, lo
agarraron, y lo llevaron a las casas, y se lo enseñaron al Rey. Y dice el Rey:
-Vayan
a tirarlo al gallinero, este bicho parece de brujería porque anda en la mitá de
un pollo no más.
En el
gallinero había muchísimas gallinas y lo picaban al Medio Pollo lo que lo vían
feo y raro. Tarde de la noche, dice el Medio Pollo:
Se
sacó la estaquita, salió el zorro y se comió las gallinas. Al otro día se
levantó el Rey enojadísimo, quejandosé que el Medio Pollo se había comido las
gallinas, y mandó que lo echaran ande 'staban pollitos chicos. Los pollitos
también lo picaban. Entonce le habló al chiñe:
Y el
Medio Pollo lo largó. El chiñe se comió todos los pollos. El Rey se levantó más
enojado todavía, diciendo que de dónde sacaban ese animal tan dañino.
Pero
los chicos le tuvieron mucha lástima y lo echaron al corral de las vacas. Las
vacas ya lo mataban a pisotones, y tarde de la noche, el Medio Pollo se enojó y
largó al lión.
Y el
lión comenzó a matar vacas gordas, hasta que no dejó ninguna. Al otro día el
Rey se levantó más enojado que nunca preguntando quién había echado ese animal
tan perjudicial, al corral de las vacas. Como Medio Pollo quedaba solo en el
corral, los chicos no creían que él era el perjudicante, y lo defendían, y
decían que cómo iba hacer ese perjuicio ese animalito inválido y tan chico.
Entonce el Rey mandó que lo echaran al corral de las yeguas para que lo
mataran. Ya el Medio Pollo tenía miedo con todos los potros que se le venían
encima, y tarde de la noche le dijo al tigre:
Y ahí
no más se sacó la estaquita y lo largó al tigre al corral. El tigre mató a
todas las yeguas y a los potros. Cuando amaneció, encontró el Rey que el Medio
Pollo le había comido todos los animales. Entonce, enojadísimo, mandó a los
sirvientes a que acarriaran leña y calentaran los hornos. Ya los hornos
estuvieron colorados que daba miedo, y lo arriaron al Medio Pollo. Desde lejos
no más se le venían quemando las plumitas. Cuando lo echaron y le cerraron la
puerta, el Medio Pollo se acordó del río, se sacó la estaquita y lo comenzó a
largar al río. El río que era grandísimo apagó el fuego, se llevó los hornos y
el palacio del Rey, con Rey y toda la gente que tenía. Y así se salvó el Medio
Pollo tantas veces de la muerte.
Y yo salgo por un puente,
y dejo un zapatito roto,
para que usté me cuente otro.
Ofelia Griselda Guevara, 13 años. Beazley. La Capital. San Luis,
1945.
Aprendió el cuento
de la abuela «que sabía muchos cuentos antiguos». Tiene grandes condiciones de
narradora, caso excepcional entre niños de su edad.
Cuento 383. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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