El
peludo y el zorro andaban juntos y andaban con hambre. Iban por un
camino. Y en eso ven una tropa de carros cargados que venían. Eran
de esos carros antiguos que iban con comida de toda clase. Entonce le
dice el peludo al zorro:
-Vea,
compadre, yo me voy a poner en la güella y voy a hinchar el lomo
cuando me pase la rueda del carro, y cuando vuelque el carro vamos a
tener comida para varios días.
El
peludo se enterró en la güella y cuando pasó el primer carro, no
más, hinchó el lomo abajo de la rueda. Se ladió el carro y volcó.
Y claro, saltaron quesos, vicios, de todo el cargamento se
desparramó. Y mientras los troperos trabajaban de arreglar el carro
y las mulas, entre las matas, el zorro y el peludo sacaron
provisiones y escondieron entre las matas.
Siguió
la tropa y ellos tuvieron para comer varios días. Cuando quedaron
sin nada, el zorro le dice al peludo:
Y
cuando vieron que venía otra tropa de carros, el zorro hizo un
pocito en la cueva y se acomodó. Cuando le pasó la rueda por encima
quiso hinchar el lomo, y claro, lo reventó áhi no más. Y si acabó
el zorro.
Francisco
Linares, 73 años. Viedma (Hogar de ancianos). Río Negro, 1971.
El
narrador trabajó toda su vida en las estancias de la Patagonia. Oyó
este cuento junto al fogón.
Cuento
314. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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