Una vez que andaba el tigre con el
zorro con mucho hambre. Que no podían hacer carne. Y se jueron a una aguada,
ande tenían que bajar a tomar agua los animales. Áhi lo mandó el tigre al zorro
que se subiera a un árbol a devisar. Y ya que se oyó un tropel y que dice el
zorro:
El zorro arrió la ternera y el
tigre la cazó. En seguida se puso a carniarla y el zorro le ayudaba. El tigre
comía mientras iba carniando y no le daba nada al zorro. Y viendo esto, el zorro
le empezó a pedir al tigre una achurita:
El zorro empezó a soplar la vejía,
como hacen los chicos del campo, y andaba por áhi, muerto di hambre. El tigre
'taba lleno y se acostó a dormir y lo mandó al zorro que se subiera a un árbol
a cuidar que no viniera naide.
El zorro se subió al árbol y
comenzó a llenar de moscas la vejía. Cuando ya la tuvo bien llena, se bajó y
despacito se l'ató a la cola 'el tigre. Se volvió a subir al árbol y le gritó:
Y claro, medio dormido, el tigre se
miró, vio esa cosa rara prendida de la cola, y sintió el bramido de las moscas,
y echó a correr. Ya lejo, perdió la vejía y se dio cuenta de la burla que le
había hecho el zorro. Ahí no más se volvió enojadazo.
El zorro, mientras tanto, comió
hasta que se llenó, y se ensan-grentó todo y se revolcó en la tierra. Cuando
volvió el tigre y lo vido tan ensangrentau y lleno de tierra, que casi no se
conocía, que le dice:
-Callesé, tío. Ha veníu una
tropilla 'e perros y he teníu que peliar hasta recién, pa que no se coman toda
la carne. Mire las güellas -que le dice.
Claro que el zorro había comío la
carne y si había revolcau en el suelo. 'Taban las güellas no más, como si
hubieran peliau una tropilla 'e perros.
Ya se le pasó la rabia al tigre, y
entonce ya le dio un pedazo 'e carne. Cortó un costillar y le dice:
Se va Juan... Por el camino iba
comiendo de bocaditos y pensando cómo lo iba a joder otra vez al tío. Ya que
llega y le dice a la tía:
-Mi ha dicho que le diga a usté que
ase este costillar, que lo comamos y los acostemos a dormir los dos.
La tigra no quería al principio,
pero tanto la embromó el zorro que al fin se acostó con él. A la madrugada que
viene el tigre a buscarlo a Juan, que no había vuelto. Juan, cuando lo ha
sentíu al tigre que viene llegando, se ha asustau, se ha sosprendíu y ha salíu
disparando. Cuando viene a salir de la puerta, le hace una escapada el tigre, y
casi lu agarra. Se hace el chiquito el zorro y se dispara. Lo saca di atrás el
tigre, y el zorro, en apuros se gana en la primera cueva que encuentra. El
tigre mete la mano y lo alcanza a cazar de la cola. Y se ríe el zorro di
adentro y le grita:
-¡Qué zonzo mi tío, que por
agarrarme de la cola ha agarrau una ráiz! ¡Tire, tire tío tigre que ya la va a
arrancar a la ráiz!
-Lo jodí a mi tío, lo engañí. Ahora
ya no me va a agarrar más. Me había agarrau la cola, ¡ja!, ¡ja!, ¡ja!...
-¡Puta!... ¿Cómo hiciera pa sacarlo
a este jodido de la gran puta? Voy a tener que ir a buscar un azadón.
Y redepente
que viene un pájaro volando, y el tigre lo llama. Le dice que venga a cuidarlo
a Juan, que él va a ir a buscar un azadón pa sacarlo, que le va pagar con un
cordero gordo.
Juan que estaba jodíu porque lo
'taban cuidando en la puerta. Y pensaba y pensaba cómo se podía salvar del
pájaro, y que le dice al pájaro:
Y claro, como el tigre le había
ofertau paga, ¡cómo lo iba a dejar salir al zorro! Y áhi que 'taban, y que le
suplicaba Juan por todos los santos, y que no había caso. Y que viene Juan y
piensa, y que dice:
-Bueno, mirá pájaro, abrí bien grandes
los ojos porque me voy a salir, no más, y áhi vas a quedar mal del todo. Mirá,
abrí así los ojos pa que me viás bien.
Y el pájaro, claro, que abrió
grande, grande los ojos, y que Juan agarró un puñau de tierra y se la zampó en
los ojos. Entonce que el pájaro quedó ciego con la tierra y se comenzó a
refregar los ojos. Y áhi aprovechó Juan y salió disparando.
Ya le entregó el cordero al pájaro.
Lo comió, y se voló. El tigre comenzó a trabajar la cueva. Y la cavó hasta que
se terminó, y Juan se perdió. Y áhi que dijo:
Y que el pájaro andaba arriba y que
no había caso que se baje, por más que lo llamaba el tigre. Bué... El tigre
empezó a cortarle el rastro a Juan pa ver pande si había ido. Y al fin que ve
por donde ha salíu disparando, y le cayó al rastro. Y le pegó al rastro hasta
que va y lo encuentra durmiendo la siesta en un bajo. Y ya al tigre se le había
pasau un poco la rabia. Que ya iba con la güena, y lo que hizo cuando lo vido
durmiendo, que cortó un poco de paja brava, y le pasaba de cuando en cuando por
la boca, a Juan. Y ya que Juan entre dormido que comenzó a decir:
-Pero, ¡moscas jodidas! que no me
dejan dormir. Dejante, qui anoche nu hi podido dormir bien por dormir con mi
tía tigra, estas jodidas me molestan.
Y áhi que se enojó el tigre y pegó
un bramido. Y áhi que abre los ojos el zorro, y ve, ¡carajo!, al tío tigre
sentau al lado. ¡Caráfita!, y que se enderieza, y áhi lo agarra el tigre y lo
traga entero. Ni lo mascó siquiera de la rabia que tenía. Y a Juan que nunca le
faltaba una cortapluma bien afilada. Y que 'taba en la panza, encerrau, que ya
casi se moría augau. Y que decía:
-¡Qué hago! Si me salgo por las
patas, me va a charquiar350
con las uñas. Si me salgo por la boca, me va a morder. Si me salgo por la cola,
me va a emporcar.
Y áhi que se acordó, ¡caray!, de la
cortapluma. Y que lo empezó a puntiar. Y que el tigre lo sentía y le decía:
¡Jue pucha!, y era con el
cortapluma que lo 'taba chuciando.
Y en una de esas que le arrimó el cortapluma en deveras y le rajó la panza. Y
ya cayó el tigre, y el zorro salió maniandosé en las tripas del tío tigre. Y se
paró un poco, y esperó. Ya cuando vido que se murió el tigre, se volvió y le
sacó unas lonjas de cuero. Con el cuero hizo bozal, riendas, chicotes,
cinchas, de todo. Se previnió muy bien y se largó a andar andando. Y la tigra
lo empezó a hacerlo perseguir a Juan a ver si lo podía hacer matar.
Pero como el tigre es tan duro ha
vuelto a vivir y si ha sanáu de todas las lastimaduras y ha criau cuero. Lu ha
curau una curandera que era comadre del tigre. Bien sanito ha quedau otra vez.
Y ha salíu a buscarlo al zorro pa matarlo, y tuavía lu anda buscando.
Prefiterio Heredia, 54 años. Las
Cañas. Los Corrales. Ayacucho. San Luis, 1951.
Cuento 146. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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