El tío tigre salió una vuelta a
cazar con su sobrino zorro, porque andaban muy necesitados de carne.
Se escondieron en la bajada de un
arroyo y el tigre lo mandó al zorro pa que viera los animales que venían y le
avisara. Al rato el zorro dice:
El zorro lo echó pal lao que 'taba
el tigre. El tigre le saltó encima y le quebró el espinazo. Entonce, como era
muy mezquino y no le quería dar carne al zorro, le dice:
-Arate toca a vos, sobrino, tenés
que cazar si quierés comer, como hago yo. Yo te voy a ver los animales.
El zorro, como es también
compadrón, pensó que podía hacer lo mismo que hace el tigre y se dispuso a
cazar. Al rato le dice el tigre:
-Sobrino, sobrino, vienen unas
cabras con unos cabritos gordos como para vos -vuelve a decir el tigre.
¡Qué pucha!, el potro salió
disparando y áhi no más lo tiró al suelo al zorro. Qué le podía hacer el pobre
zorro al potro bagual,
malísimo.
Al rato volvió el zorro todo lleno
de tierra, revolcao y medio rengo. Eso le pasó por compadrón. Venía disimulando
y el tigre 'taba carniando el otro potro y si hacía el que no lo vía, pero se
reiba solo. El zorro que 'taba hambriento y le empieza a pedir al tigre una
carnecita. Entonce le dice el tigre:
Al fin le dio la vejiga y el zorro
se puso a soplarla. Cuando la infló y la secó, con disimulo la llenó de moscas,
de ésas grandes qui hacen mucho ruido.
-Ara voy a dormir un rato porque
'toy cansado y vos vas a cuidar de arriba 'el árbol que no venga gente. Y
después te vas a llevar este costillar a tu tía tigra pa que lo ase y me
espere. Cuando volvás te voy a dar pa que comás bien.
Ya cuando lo vio dormido al tío, el
zorro bajó despacito y le ató la vejiga en la cola. Se subió al árbol y empezó
a contar juerte:
-Mire, tío tigre, es un hombre
armado y con siete perros, que viene llegando. Es mejor que juya usté porque me
parece que corre peligro.
Áhi no más juyó el tigre y al oír
el ruido de las moscas en la vejiga seca creiba que eran los perros que lo iban
alcanzando, y más ligero corría.
El zorro agarró la carne, la echó
al hombro y siguió al trote pa donde 'taba la tigra. Llegó a la casa y le dijo:
La tigra de miedo al mal genio del
tigre dijo que güeno. Y asó el costillar, comieron y se acostaron juntos.
El tigre juyó hasta que se le
rompió la vejiga y cuando vio que lo había jodido el zorro, se volvió furioso.
Cuando el zorro lo sintió que venía salió corriendo, y juyó. El tigre llegó y
preguntó:
Entonce la tigra le contó todo, y
salió en seguida a buscarlo para matarlo. Se jue y lo encontró durmiendo en las
pajas. Entonce, ante de comerlo, agarró unas pajas bravas y le pasaba por la
boca. El zorro crendo que eran moscas decía:
Abrió los ojos y lo vio al tigre, y
se quiso morir. Salió corriendo a todo lo que daba y se metió en una cueva,
pero el tigre saltó, metió la mano y lo alcanzó a agarrar de una pata. Entonce
el zorro, vivo le dice de adentro:
-Se va a reventar mi tío haciendo
juerza de gusto, porque en vez de agarrarme la pata me agarró el bastoncito.
Entonce el tigre dijo que iba a
buscar una pala pa sacarlo y le puso un carancho en la puerta pa que lo
cuidara.
El zorro lo conversaba al carancho
y éste no le contestaba nada. Ya cuando pensó que podía volver el tigre lo
encaró al carancho para salir, y recién se dio cuenta que lo que había puesto
el tigre era un carancho muerto y seco, una osamenta, que había encontrado por
áhi. Y cuando volvió el tigre encontró el rastro no más del zorro que se había
juido. Y salió a buscarlo de nuevo.
Osvaldo Córdoba, 23 años. La Arenera. Gualeguaychú.
Entre Ríos, 1959.
Peón que trabaja en la extracción
de arena. Ha cursado algunos grados de la escuela primaria. Muy buen narrador.
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