Un tigre iba de viaje. Y él era el
tío de los zorros. Entonces se encuentra con un zorro. Dice:
-Bueno -dice, traila derecho acá
adonde yo 'stoy en estas matas, que yo voy aquí a matar una, de pasada.
Bueno, así fue. Se fue corriendo el
zorro y se trajo la punta de yeguas. Y pasa y se salta una potranca. La carnea.
Bueno, al zorro mientras carnea le dice:
Bueno, hizo el juego. Puso un
asado, el tigre. Come, come bien. Y el zorro miraba. El zorro miraba y decía:
-Bueno, mirá -dice, yo voy a dormir
la siesta. Y vos -dice- cuidá. Cuando sientas bulla de indio, me avisás. Porque
vamos a disparar.
Era la época de los indios, tiempo
del malón.
Así eran los años del malón porque estos cuentos son de muy adelante, de muy
lejos, ¿no? Bueno, el zorro, triste porque no le daba de comer, se agarra,
busca una vejiga, la vejiga del animal, que es una cosa que se infla. La infló.
Los chicos juegan con la vejiga inflada, la patean como una pelota.
Bueno... Entonces, junta mosca,
porque cuando carnean animales se junta mucha mosca. Y juntaba mosca él y la
ponía en la vejiga. Busca una cerda del animal, que lleva en la crin o en la
cola, y se la ató en la cola del tigre. Y calienta el asador. Dice que el tigre
llevaba un asador, lo calienta y se lo pone en la cola, donde tenía las moscas.
Y las moscas al sentir eso, empezaron con la revolución que hacen las moscas,
¿vio?, y tantas. Se recuerda el tigre. Le dice el zorro:
Y se levanta el tigre y siente ese
ruido de las moscas, ¡bu!... ¡bu!... ¡bu!... las moscas, y dispara. Y entonces
se queda con la carne, a comer. Come el zorro.
Y mientras lo llevaba de tiro el
tigre, que iba caminando, el zorro iba masticando la soga, porque el zorro es
un animal muy vivo, es un animal muy astuto. Entre los animales silvestres es
el más astuto el zorro. Y lo llevaba el tigre para darle una paliza. Dice que
le iba a dar una paliza porque lo había asustado en esa forma y que no eran los
indios sinó que le había llenado la vejiga de moscas. Y claro, el tío venía de
vuelta. Claro, se rompió la vejiga y el tío pegó la vuelta, y volvió pa donde
tenía el rial
con la carne. Y el zorro le masticaba la soga. Y dele masticarle la soga.
Bueno... Cuando quiere acordar el tigre le ha masticado la soga. Se le escapa.
Dispara el zorro, halla una cueva y se mete a la cueva, y lu agarra, de la
cola, el tigre. Lu agarra de la cola, y claro, si lo saca pa ajuera, el tigre
tiene una fuerza bárbara. Entonces le dice el zorro:
Entonces el tigre lo larga. Lo
larga y se mete a la cueva. En eso llega volando Pedro. Pedro es un chimango
¿no?
-Sí, cómo no -dice, yo era -dice-
guardia cárcel -dice, y cuidaba presos -dice- en la cárcel y nunca se me fue un
preso.
¡Cómo no! -dice.
Y bueno, cuando el zorro venía a
salir, el chimango le daba un picotón. Se mandaba pa adentro el zorro, a la
cueva. Quería asomarse, lo volvía a picar.
-Vea, amigo -le dice el zorro, yo
he estado preso muchas veces. He estau muchas veces preso -y dice, y los
guardianes cuando yo 'taba preso -dice, cantaban -dice, y caminaban de un lado
para otro -dice, y cantaban y miraban pa arriba, pa todos laus, pero usté
-dice, no me deja mover di acá.
Y se pone a cantar ¡píu...!
¡píu...! Levanta la cabeza pa arriba y le ha encajau un puñau di arena en los
ojos, el zorro, y se le dispara el preso.
Y cuando volvió el tigre resulta
que se encuentra conque no 'taba ni el zorro ni el chimango. El chimango se
escapó también.
Domingo Adelaido Tello, 68 años.
Valcheta. Río Negro, 1971.
El narrador oyó estos cuentos de
niño en Carmen de Patagones a su madre, Mercedes Acevedo, que era cordobesa. Es
hombre de campo diestro en todas las tareas tradicionales del ganadero. Tiene
escasa cultura pero es inteligente. Goza fama de buen narrador.
Cuento 211. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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