La ciudad
hacia donde se dirigía el príncipe estaba verdadera-mente triste. De las
ventanas colgaban banderas negras y por todas partes se oían gemidos. Un
pérfido dragón con nueve cabezas había llegado a aquella tierra, en otro tiempo
feliz, y había amenazado con destruir todo el reino si el rey no le entregaba a
sus tres hijas la mañana anterior a la luna llena. Solo se habían atrevido a
desafiar al terrible monstruo los caballeros más valientes, pero ninguno había
regresado con vida. El príncipe conoció estos hechos por los ciudadanos, cuando
iba camino a la corte.
En el
jardín de palacio encontró a las tres infelices princesas. Rosalinda, la mas
joven, era también la más bella. El príncipe corto para ella una rosa blanca y
le sonrío.
-Tu
sonrisa alienta el corazón -susurro ella. ¿Cómo te llamas?
-"Mu-mu"-contesto
el príncipe.
-¡Oh,
pobre mudo! Quédate con nosotras hasta que vayamos al encuentro de nuestro
destino. Nos alegraras con tu sonrisa. El príncipe acepto. Las muchachas le
preguntaban continuamente quien era y de donde venia, pero la respuesta era
siempre "mu-mu". Y por ello le llamaron Mumu. Su sonrisa serenó de
tal modo a las princesas que casi olvidaron el cruel destino que les esperaba.
Pero la ultima noche antes de la luna llena, entre llantos y gemidos, el
príncipe salió en secreto del palacio para ir a consultar a su sabio amigo, el
caballo.
-Ahí, en el cajón que esta junto a la pared, hay una armadura mágica -le
dijo el caballo. Antes del alba lucharemos, pero ahora hay que dormir.
0.999.1 anonimo
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