Todo comenzó en la mañana en que Svbhakripana tuvo la
suerte de conseguir una olla repleta de harina de arroz. Con mucho cuidado la
colgó de un clavo en la pared, al lado de su cama, de manera que al acostarse
no la perdiera de vista.
Esa noche no pudo dormir, y éstos eran los
pensamientos que le quitaban el sueño:
"Esa olla que me han dado está llena de harina de
arroz. Si llega ahora una época de escasez de alimentos, podré venderla por
cincuenta monedas de plata. Con esas monedas me compraré dos cabras. Las cabras
crían cada seis meses, por lo que en poco tiempo tendré un rebaño. Con lo que
me den por esas cabras compraré vacas. Cuando las vacas hayan parido, voy a
vender las terneras. Con las vacas compraré búfalos. Con los búfalos, yeguas.
Cuando las yeguas hayan tenido cría, seré dueño de muchos caballos. Vendiendo
los caballos tendré gran cantidad de oro. Por el oro me darán una casa de tres
pisos. Entonces vendrá a mi casa un gran señor, y me dará la mano de su hermosa
hija. Ella tendrá a su vez un hijo, al que llamaré Somasarman. Cuando ya tenga
edad como para sentarse en mis rodillas, tomaré un libro, me iré a la caballeriza
y me sentaré a estudiar. Al verme, a mi hijo Somasarman le darán ganas de
sentarse en mis rodillas. Se alejará de su madre y vendrá hacia mí, pasando
por al lado de los caballos. Yo, enojado, le gritaré a mi esposa: "¡Cuidado con
el niño!'. Pero ella estará demasiado ocupada como para escucharme. Yo me levantaré
y le daré un puntapié en las nalgas."
Tan metido estaba el hombre en sus pensamientos, que
dio un puntapié y rompió la olla, quedando completamente cubierto por la
harina de arroz.
Y entonces quedó claro que aquel que hace planes para
un futuro demasiado lejano, se queda blanco como el padre de Somasarman.
Cuento popular (pachatantra)
Fuente: Azarmedia-Costard
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0.004.1 anonimo (india)
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