El
gato y el zorro eran amigos. 'Tal es así que anduvieron mucho tiempo
juntos. Un cierto día se separaron hasta la fecha que pudieran
juntarse en alguna parte. Al zorro no lo querían en ninguna parte.
Él disparaba de una parte para otra. Ya no tenía amigos.
Una
noche fría de invierno andaba por el monte y vio una luz. El zorro
se sorprendió. No sabía si llegar o no. Pero hasta que llegó cerca
y comprobó que era su amigo el gato, el que 'staba áhi. Lo que él
llegó lo abrazó como amigo, como íntimo amigo. Ahora el gato le
preguntó cómo l'iba, claro. Y él contestó:
Entonces
le preguntó el zorro si no llevaba algo para beber, que él quería
beber algo. Y el gato le dijo que no llevaba mucho, pero llevaba un
porrón de giniebra, que algo había tomado. Entonces el zorro tomó
y brindó por el gato. Y bueno, ya, claro, él brindó dos o tres
veces seguidas. Y el gato le decía que no tomase tanto porque el
zorro ya gritaba mucho. No 'staba bien, claro. El zorro no
l'importaba nada porque 'staba de paso, y él seguía el camino de
disparar siempre. Y bueno, y él pegó otro grito. Y entonce el gato
le dijo que no gritara porque podía llegar la policía y chaparlos a
los dos. Y entonces el zorro le dice:
El
zorro quería decir que tenía cincuenta y una tretas, habilidades.
Entonces el gato le dice:
Áhi
se subió el gato a un árbol y el zorrito no hallaba qué hacer, de
modo que él disparaba y gritaba. Y entonces él le decía:
-¡De
las cincuenta y una, siquiera una! ¡De las cincuenta y una, siquiera
una! ¡De las cincuenta y una, siquiera una!
Segundo
Medero, 30 años. El Turbio. Santa Cruz, 1957.
Lo
oyó en Telén, La Pampa, de donde es oriundo.
Cuento
444. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
No hay comentarios:
Publicar un comentario