En las
proximidades de un oasis vivía un león que no dejaba que nadie, ni persona ni
animal, se acercase a beber su agua.
No muy
lejos de allí acampó un frig en el
que había un hombre, ya mayor, muy conocido por su gran puntería.
Unos
días después unos cien jinetes se dirigieron hacia el frig, y cuando llegaron a la jaima
de este hombre le encontraron solamente en compañía de su hijo pequeño. Le pidieron
que los acompañara a matar al león, pero éste les contestó:
-Hijos
míos, no puedo ir con vosotros porque me siento viejo y cansado. No tenemos más
que esta yegua que acaba de dar a luz y esta camella que ordeñamos para dar
leche a la potranca. Pero irá con vosotros mi hijo.
Los
hombres del gazi se pusieron a reír
cuando vieron que el niño aún tenía el
mechón [1].
Éste no
hizo ningún caso de sus burlas, llamó a su criada Mbarca y le ordenó:
-Ensilla
mi caballo. Voy a acompañar a estos hombres. Así lo hizo la mujer. Y el niño
partió con los cien jinetes en busca del león.
Se
dirigió al charco, y cuando llegaron y lo vieron se escondieron muertos de
miedo.
El niño
se quedó solo luchando contra el león y la leona hasta que los mató.
Cortó
sus cabezas y las puso en las alforjas de su caballo. Después fue al encuentro
de los hombres del gazi.
Mientras,
éstos habían regresado al frig para
presentarle al viejo sus condolencias por la muerte del niño. Le dijeron que no
lo habían encontrado por ninguna parte y que suponían que el león lo había
devorado.
-Muy
bien -les contestó el viejo-. Los hombres valientes son los que se quedan en
el campo de batalla. Pero si no habéis encontrado a mi hijo muerto es que aún
está vivo.
Los
hombres del gazi se fueron y dejaron
solo al viejo.
Al poco
rato llegó el niño con una herida en el codo y le dijo a la criada:
-Puedes
desensillar mi caballo y decir a todos los del frig que ya pueden ir a por agua al oasis sin ningún temor.
Mbarca
empezó a hacer yu-yús [2]
e informó a todo el mundo.
El niño
fue a ver a su padre, quien le preguntó:
-¿Qué te
ha ocurrido en el codo?
-Anoche
tuve que dormir sin comer. Y esta herida me la hice con la silla al ponerme
debajo del caballo cuando me atacaban los leones ó al cargar las alforjas
-respondió.
Todos
los habitantes del frig vieron que
los leones estaban muertos, y de cada jaima trajeron una camella con su cría
para la familia del niño.
Y así
fue cómo esta familia fúe famosa, distinguida por su valentía y heroísmo y
reinó la paz en aquellos contornos.
051 Anónimo (saharaui)
[1] Expresión que significa
«llevar toda la cabeza rapada, excepto un pequeño mechón». Se solía hacer así
con los niños, hasta que llegaban a la adolescencia.
[2] Yu-yús: Grito agudo que producen las mujeres árabes mediante
vibración continuada de la lengua. Sirve, normalmente, para expresar alegría
en las fiestas y celebraciones.
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