158. Cuento popular castellano
Una viejecita se fue a confesar y le
dijo al confesor:
-He pecao porque soy bruja.
Y la dice el confesor:
-¿Cómo que es usted bruja?
-Sí, señor; hago todo cuanto quiero.
-Y, ¿de qué forma lo hace usted?
-Pues mire usted. Tengo un cazolejo de
moje y un cabillo de cera y enciendo el cabillo de cera y me unto con el unto
del cazuelo y me voy donde quiero.
Y la dijo el fraile:
-Pues, tiene usted que darme el
cazuelo y el cabillo de cera. Y así -dice, no lo vuelve usted a hacer.
El cazuelo del moje le tiró al tejao
del convento y el cabillo de cera le metió en el bolso.
Y a las pocas noches aquel fraile se
puso a estudiar; tan largo fue el estudio que se le terminó la vela que él
tenía. Echó mano al cabillo que le había dao la mujer y le encendió. Nada más
encenderle, se puso a bailar el fraile. Al ruido que metía, salió otro fraile.
-Pero, hombre, ¿qué es lo que haces?
¿Ahora te pones a bailar?
Y aquel fraile no contestaba. Entra en
la habitación el otro fraile y se pone a bailar también. Y así sucesivamente,
se puson a bailar todos: si había treinta frailes en el convento, sigún iban
entrando en la habitación, todos bailaban juntos: El padre guardián, que era ya
de una edad avanzada, muy vieja, entra y se pone a reñirles; entra en la
habitación y se puso a bailar también. Y todos se puson a bailar, todos, hasta
que se acabó el cabillo de cera.
Se terminó el cabillo de cera, y ya
dejaron de bailar. Y es dice el padre guardián que cómo había sido eso, de
ponerse a bailar. Y el fraile que confesó a la vieja le dijo al padre guardián:
-Ha pasao esto: he confesao a una anciana que era bruja y la pregunté que cómo hacía eso. Y me dijo que con un unto y un cabillo de cera. Y se lo mandé traer, y el cazuelo que contenía el unto le tiré al tejao y me quedé con el cabillo de cera, que es el que he encendido; por el cual ha sido la causa de ponernos a bailar.
-Ha pasao esto: he confesao a una anciana que era bruja y la pregunté que cómo hacía eso. Y me dijo que con un unto y un cabillo de cera. Y se lo mandé traer, y el cazuelo que contenía el unto le tiré al tejao y me quedé con el cabillo de cera, que es el que he encendido; por el cual ha sido la causa de ponernos a bailar.
Astudillo,
Palencia. Narrador
LXXXVII, 14 de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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