178. Cuento popular castellano
Un señor tenía un cerdo hermoso. Y se
puso a no comer, y no comía. Y pasó una mujer que la tenían por bruja (la
llamaban por mote la tía Venena, y su propio nombre, Anita). Y le dijo al amo
del cerdo:
-¿Qué te pasa, Ruperto?
-Mire usted, tía Anita, este cerdo que
no come. Y ya ve usted que es una lástima, tan hermoso como es. Y le dijo ella:
-¡Quiá, hombre, quiá! Mira, bájate a
los Ortigales (donde va el ganado a comer en tiempo de veda), coge un hueso de
cristiano y átale al cuello con un sogacho con siete nudos.
Y como no era sagrado, no reparó en el
hueso, más que un hueso cualquiera. Le cogió y se le ató al cuello como la
mujer le había dicho.
Y el cerdo empezó a comer. Pesó hasta
catorce arrobas. Mas llegó la hora de que mataron al cerdo. Y dentro del
esófago le encontraron el hueso con el sogacho con los siete nudos.
Sepúlveda,
Segovia.
Narrador
LXXXII, 3 de abril, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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