Los
conejos pueden ser de todos los colores y tamaños, algunos tienen
las orejas largas y otros las tienen caídas, pero todos tienen una
cola algodonosa. Todos menos Alfi, y por eso sus amigos se burlaban
de él.
-No
te preocupes, yo te quiero con cola o sin ella -le decía su mamó.
Pero
Alfi sí que se preocupaba y por las noches lloraba antes de
dormirse. Una noche soñó que se encontraba con un hada y le contaba
su problema.
-¡Con
un poco de magia lo solucionaremos! -dijo el hada. Cogió unas flores
de diente de león, las ató e hizo con ellas una bonita y esponjosa
cola. Date la vuelta -le dijo. Y con un destello se la colocó en su
lugar.
Alfi
se despertó sobresaltado.
-¡Ojala
mi sueño fuera realidad! -pensó, lleno de tristeza.
Entonces
se miró la espalda y allí, para su asombro, encontró una hermosa y
algodonoso cola blanca.
-¡Por
fin soy un conejo de verdad! -dijo con orgullo. Y salió corriendo a
enseñarles a sus amigos su cola nueva.
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anonimo cuento - 061
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