En
la granja El Manzano, hacía aquel día mucho calor. Los pollitos
fueron a refrescarse al establo, pero las vacas habían llegado
antes.
-No
hay sitio -mugió Vaca. Probad en el estanque de los patos.
-Esto
no es un estanque para pollitos -dijo mamá Puta al verlos. Los
pollitos fueron a la pocilga, donde Cerdo se revolcaba en el barro.
-Parece
divertido -dijeron los pollitos, mirando desde el cercado.
-Sí
-gruñó el cerdo codicioso, ¡pero es todo para mí! De repente,
Pepito Pollito tuvo una idea.
-¡Vamos!
-gritó. ¡Seguidme!
Y
entraron tras él en el jardín del granjero, donde una fuente de
agua helada surgió del suelo y salpicó a todos los pollitos.
-¡Oh!
¡Qué refrescante! -dijo Rosita entre risas. ¡Es estupendo!
Los
pollitos se pasaron toda la tarde entrando y saliendo del agua
fresca, hasta que llegó, la hora de cenar. Al volver, vieron que el
sol había secado el charco de Cerdo, que los patitos habían vaciado
con sus salpicaduras toda el agua del estanque y que a las vacas se
las habían llevado a la sofocante vaquería donde las ordeñaban.
Pero
ellos, todavía chorreantes, volvieron fresquitos y alegres a casa
con su mamá.
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anonimo cuento - 061
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