El avestruz ha sido siempre un poco bobo. Tan es así,
que una vez le ganó el sapo una carrera. ¡Fijesé, el sapo le ganó al avestruz!
¡Qué cosa bárbara! Corrieron y pusieron de sentencia, a los muchos metros, un
mortero y el que llegara primero, se sentaba. Ése ganaba. Bueno... Largan la
carrera el avestruz y el sapo. El sapo salta .
Pero este sapo había sido más diablo. Había puesto en todo el camino una hilera
de sapos que iban saltando, saltando ¿no? Y el avestruz vía que siempre el sapo
saltaba adelante. Y él más se apuraba.
Entonces quedó que le había ganado la
carrera. Entonce le puso por condición al avestruz, que coma toda clase de
bichos pero que no coma sapos. Y no come. Los sapos quedan sin que los ataque
el avestruz.
Amílcar Aniceto Zapata,
79 años. Estancia Rincón del Vizcaíno. Don Cristóbal. Nogoyá. Entre Ríos, 1970.
Estanciero. Buen
narrador.
Cuento 496. Fuente:
Berta Elena Vidal de Battini
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