Resulta de que una
tarde estaba el quirquincho sentado, casi cerquita de la puerta de su cueva. Y
en eso pasa el zorro y le dice:
-Aquí
'toy, compadre, tristón -dice. Nu hay ni siquiera una raíz para morder. Han síu
tan fuertes las heladas que todo si ha perdido. Nu hay nada para comer. Aquí
'toy esperando que pase un carro que trae quesos.
-Ya vas
a ver cómo voy hacer -dice. Yo, cuando pase el carro, yo me pongo abajo, y un
queso va a caer.
Y
efectivamente. Se ponen a esperar y 'taban divisando... para un lado, para el
otro... En eso ya han visto que venía el carro a lo lejo. Y el quirquincho le
dice:
Se
acercó. Y el quirquincho se hizo bolita y se tiró en medio del camino, de
manera que la rueda del carro le pasó por encima. Dio un semejante barquinazo y
se cayó un queso.
-Ya ves, ya tenemos un
queso para comer.
Y se
fue el zorro, efectivamente, más arriba a esperar. 'Taba esperando. Ya lo ve
venir. Y 'taba listo, hecho rosquita, el zorro. Pasa el carro y se tira abajo
'e la rueda. Y claro, como él nu es duro como el quirquincho, lu hizo pedazo el
carro. ¡Pobre zorro!
La narradora es
maestra de escuela.
Cuento 295. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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