Lo encuentra don Juan el zorro al casero. Y
lo quería comer, y le dice:
-¿Cómo te va, Alonso?
Tenés el mismo traje que tenía tu padre. El mismo traje también lo vestís vos.
Qué parecido sos a tu padre, que era mi amigo querido.
Al casero le gustaba
mucho que le hablaran del padre que se le
había muerto, y se olvidó de las mañas del
zorro.
-Lo único que te falta
para parecerte más a tu padre, es hacer unas cerraditas de ojos que él sabía
hacer.
Y entonce el casero
inocente entró a cerrar los ojos. Y en una de esas que el casero cerraba los
ojos, el zorro se abalanzó y lo cazó con la boca. Y partió al trote con el
casero en la boca. Cuando lo vieron los otros pájaros empezaron a gritar, y
decían:
Y el zorro, que iba
enojado por el bochinche que hacían los pájaros, aflojó la boca, para decirles
eso, y el casero salió volando y se asentó en un árbol. Y el zorro quedó
mirando, arrepentido de haberlo atendido al casero.
Santiago Entecho, 80
años. Villaguay. Entre Ríos, 1970.
Hombre de pueblo,
semiculto. Buen narrador. Ha olvidado casi todos los cuentos que sabía porque
ya no los cuenta.
Cuento 44. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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