Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La hija del rey y el barquito de corcho .1051

Éste era un Rey que enviudó, ¿no? Que había teníu una hija que tenía dieciséis años u diecisiete. Entonce no faltó quien le dijiera que él tenía que ser casado con la mejor niña que hubiera en el pago. Y buscó por todos lados y las hizo venir de todos lados a las niñas. Y sabía que ninguna había mejor que la hija de él, ¿no? Entós le dijo a la niña que tenía que ser casado con ella, porque nu había otra niña mejor, ¿no? ¡Que la niña se oponía!
-¡Cómo puede ser papá! ¡Cómo me voy a casar yo con mi padre!, ¿no?
No, y que no había caso. Entonce le dice que dejara pasar un año, que era demasiado joven. Entonce le aceptó el Rey. Y en aquel año, buscó la niña los medios posibles cómo iba hacer para defiarse de la casa del Rey. Y ésta tenía una amiga, había de ser de mala vida, una mujer hechicera, que ella le dio la idea, ¿no? Y ella le dijo:
-Yo te viá regalar un guante. Al ponerte este guante quedás negra. Puede ser que se desilusione de verte negra, ¿no? Pero no va a ser basta. Ya sabe que sos blanca. Hacete hacer un barco.
-¿Y de qué?
-Y tantos trozos de corcho que tienen de balde. Hacé buscar a ver quién sabe hacer barcos y haceseló hacer todo con corcho. Que te haga un barco de corcho. Que te sirva de pieza y todo, y te encerrás ahí. Entonce, ya una tarde, como para ir a pasiar un rato, te vas al barco. Y hasta yo voy a ir a amarrar el barco, como se ofrezca. Y te largás a la Providencia. Por ahí te van hallar y vas a salir.
Y le gustó a la niña. Hizo hacer el barco. Se lo hicieron muy pronto. Entonce se decidió. Llevó la ropa de ella que tenía de todo suficiente. Y ocurre que salió el Rey. Una noche ella fue y se subió al barco y lo largaron los que sabían que se iba a embarcar ella. Lo largaron y siguió por la mar nadando el barco, a la que Dios es grande, ¿no?
Esta señora, la hechicera, li había dado varios vestidos muy bonitos, que posiblemente en algunas naciones no había de esas mismas telas y colores. Y anduvo como seis meses en el agua, la niña. Nadie la encontraba. Había en esa época muy pocos barcos, posiblemente. Y un día amaneció cerca de una isla y logró de arrimar. Con la tabla, esa de navegar, hizo andar su barquito y lo llevó a una parte que había ráices para atar la soga, la marra que tenía, y salió a la oría, ¿no? Y hacía como dos días que 'taba ahí. Andaba en la oría y todos los días venía al barquito. La halla un joven de la isla. 'Taba vestida de negro, con el guante negro, ¿no? Era una negrita no más, muy dispuesta. Entonce la llevó y hizo llevar el barquito, él. El joven aquél era hijo de un Rey tamén. Güerfano, ¿no? Había fallecido ya el Rey. Él tenía una hermana también, el hijo del Rey. Se amigaron mucho las dos. Ésta siempre anda vestida con el guante, diré, demostraba una negrita, no más. Le gustó mucho a la otra niña, muy educada, la hija del Rey. Se civilizaba también la niña de la isla. Muchas cosas que ella no las sabía esta otra las sabía. Completamente amigas. Por áhi se ofreció un baile. La convidan. Con pocas ganas de ir, no tenía voluntá.
-No, que no voy a ir nada. ¡Qué se van a presentar ustedes con la negra, allá! ¡No, no voy a ir nada!
Bueno. Le hicieron poca instancia y se jueron, el joven y la niña. Quedó ella de casera. Apenas se jueron, se sacó el guante, se vistió bien. Y después salió ella a una distancia lejos, ¿no? Y allá llegó esta niña muy rara, muy desconocida, muy bien vestida. Con una ropa que no la habían visto nadie. La tenía áhi, pero nunca la había visto la otra amiga. Entonces la recibieron muy bien. Se enamoró mucho el joven de la niña aquélla. Procuraba de bailar con ella. Por áhi, en una de ésas le da por servirle con una copa de algún licor y se va y la trae personal. Cuando volvió no 'staba la niña. La buscaban por todos lados.
-Ha salíu para afuera.
Ella salió y se fue pa la casa de ella otra vez.
¡Ucha! ¡Más enojau! ¿no? Y claro, se fue, no tomó nada. Y ya jue y le conversaba lo que li había pasáu.
Y se reía la niña:
-¿Cómo se descuidó y la dejó ir? -ella misma le conversaba.
Entonce se volvió a proporcionar otro baile más. Y él estaba para salir ya. Se había ido la hermana ya. Y le dice la negrita a él:
-¿Por qué no me lleva a mí, que voy a ir al baile?
-No mi hagás reir.
-Así como 'toy no más.
-Pero no faltaría más. A ver si te encajo unos azotes -le decía.
Se arregló y se jue
Ese mismo día le quería dar un anillo.
Ella se presentó otra vez, al poco rato. Salió él, se alistó bien y esperó. Cuando acuerda llega la niña otra vez allá. Una alegría bárbara para el joven, ¿no? Se volvió a juntar con la simpatía, ¿no? Y esa noche le dio un anillo, ¿no? Igualmente más tarde, cuando ya se trató de que la haiga servíu con una copa u alguna cosa, ¿no?, cuando se descuidó, se escapó la niña y se jue.
Vino y no salía nada. Áhi no más guastó al suelo la copa, más resentido que no sé qué. Salió y se jue por el camino que iba a la casa de él. Cuando jue allá le conversaba lo qui había pasau, muy triste. Al otro día amaneció y no quería levantarse, 'taba muy apenau.
-¿Y qué le pasa? -dice la negrita.
-No, qui hi amanecíu mal, el cuerpo desarmau -dice, ¿no?
-Yo sé lo que tiene -dice. Yo le guá dar un té que va a sanar.
-Güeno, déme por si sano -dice.
L'hizo un té. Le trajo en un jarro y echó el anillo ahí.
-Pero tomeló a todo -dice.
Lo comenzó a tomar despacito. Mañeriaba pa tomar todo. Cuando lo va a terminar, suena el anío adentro del jarro. Lo saca y lo mira. ¡El anío de él!
-¿De dónde saca este anío?
-¿Y no me lo dio anoche? -le dice.
-Puede ser.
-Sí, anoche me lo dio usté. Me dijo que los casáramos y me dio en señal de nuestra relación.
-Y bueno, puede ser, yo quiero vela como sabe estar. Como va allá.
-Eso es lo de menos.
Y se fue la niña y la hermana fue a ayudale a vestirse. Y se vistió en un momento y en seguida vino. Ya sin el guante. Era la misma niña qui había visto en la noche, ¿no?
-¿Y por qué no me hizo presente?
-No, ¿si ante de irse no me quiso pegar unos azotes? 'Tá sintiendo por mí -dice.
-Por qué se presenta de negra en el día y en la noche es ya blanca. Cuando quiera salir a un baile se ha de presentar así. No se va vestir de negra. No la quiero ver más negra así.
Y ese mismo día, con un afán bárbaro, hizo buscar los medios posibles para casarse con la niña. Y se casó con la niña. Así que no volvió más al pago la niña.
Y di áhi quedó el caso desparramado por todos laus.
Y yo me vine a conversale el cuento.

Delfín Prado, 75 años. Cortaderas. Chacabuco. San Luis, 1968.

Muy buen narrador.

Cuento 1051. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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