Dice
que había una señora que tenía dos hijas. Una de ellas era muy
fea, asquerosa, y la otra regularcita. Ésta más lindita se casó y
tuvo la gran desgracia de perder la vida al tener una nena. Y la nena
se la dejó a la madre de ella para que se la criara. Y dice que esta
chiquita era muy bonita. Y iba creciendo y más bonita se ponía. Y
lo que la vía tan linda, la fea la agarró a aborrecer a la sobrina.
Y cada día, lo que la vía más bonita más odio le iba tomando. Y a
causa de esta hija fea, cuando la niñita tuvo cinco años, ya la
tiraron a la cocina para que ella empezara a hacer las cosas de la
cocina. Y ya a esa edá iba siendo capaz de hacer algo. Ella ya hacía
el fuego, calentaba el agua y les llevaba el mate a la cama a la
abuela y a la tía.
Y
dice que a esta chica no le daban más que unos cueros pa que duerma.
Y que 'taba siempre sucia y llena de ceniza. Y que le dice la fea a
la madre que le pusieran la Cenicienta. Como la tenían en la cocina
no más, siempre 'taba sucia con ceniza.
Ya
creció a la edá de diez año y ya alcanzaba a desempeñarse en
todo. Les daba el mate y les hacía la comida como podía. La
mandaban al mercado, a los almacenes. Siempre andaba hilachenta,
sucia. Ya se sabe lo que es ser güérfana y más cuando la
aborrecen.
Dice
que una vez la encuentra una señora, cuando iba al mercado, que
venía con unos cuatro corderos, y dice que le dice:
-Cómo
lo voy a criar, señora, si mi abuela y mi tía se enojan. Sólo que
le dé la lechecita o el juguito de mazamorra que me den a mí.
Lo
acetó la chica. Y va a la casa. Dice que lo que la vieron a la chica
con el cordero en los brazos, que le dice la fea:
Y
así, esta chica andaba por todos lados con el corderito. Lo crió
con mucho cariño. Y ya 'taba grandecito el cordero y gordito.
Y
dice que cuando salió la chica, sacaron el cordero y lo degollaron.
Lo carniaron. Y dice que cuando volvió la chica, de lejo no más
devisó que 'taban carniando un animal, pero no sabía que era su
corderito.
Bueno.
Y después que le sacaron las tripitas, las pusieron en una palangana
y que la mandaron al río a lavar las tripitas. Y la chica andaba
llorando no más. ¡Qué se le iba acabar el duelo si le habían
muerto su compañero!
Y
así que le dieron contadas las tripitas. Y dice que se jue y se puso
a lavar las tripitas y a llorar. Y dice que por áhi va y se le
escapa una tripita. Y se largó ella a buscar la tripita río abajo.
Y dice que cuando caminó un trecho, llorando, dice que al otro lado
del arroyo devisa un señor muy hermoso, de ropaje blanco. Y dice que
le dice:
-Mirá,
te voy a dar un consejo, hija mía, porque te quiero mucho y te tengo
mucha lástima. Que esta noche 'tés muy alerta. Esta noche no te
duermas. Cuando refune el burro bajá la cabecita y cuando cante el
gallo levantá la cabecita.
Dice
que la Cenicienta se fue con la tripita muy contenta. Y dice que se
puso a cebar mate y a darles. Y dice que cuando ya jue de noche 'taba
apurada por acostarse. No dormía ella esperando la novedá.
Dice
que pasó toda la noche despierta. Al alba, ya oyó lejos el burro, y
bajó la cabecita. Y ya cantó el gallo y levantó la cabeza y le
cayó una estrea en la frente.
Bueno,
a la mañana, se levantó ya y cuando iba adentro, deslumbraba esta
criatura con la estrea. Y que ya le vieron la estrea y que se la
querían sacar. Que la rajuñaban y rajuñaban para sacarselá y no
podían. Y bueno, más envidia tenía la fea. Y que le dice:
Entonce
dispusieron de ponerle una vincha para que no viera nadie lo que
tenía esta niña. Y la niña contó cómo había encontrado a ese
señor en el arroyo y cómo le había dado esa virtú.
Bueno.
Que le dice la fea:
-Vea,
mamá, usté debería carniar otro cordero y darme las tripitas a mí
para ir a lavarlas en el río.
-Bueno,
hija, así vamos a hacer. Le voy a dar las tripitas pero no me deje
perder ni una. También, pobre de vos si dejás perder una; te voy a
matar.
Entonce
fue y compró un cordero, lo degolló y hizo lo mismo que con la
Cenicienta. La misma simulación que hizo con el otro cordero.
Bueno.
Esta niña chica, la Cenicienta, la habían mandado al mercado. Y
dice que le dice el dueño del mercado:
La
pobre criatura no sabía que tenía esto. La infeliz criatura no
tenía espejo nunca. Vía el vislumbre no más cuando se sacaba la
vincha, pero no sabía qué era eso. Y se divulgó por todo el
contorno del pueblo lo que tenía esta criatura y llegó a los oídos
del Rey que vivía en otro pueblo.
Y
bueno. Vamos a lo que le pasó a la otra, a la fea. Se jue al arroyo
la chinita mala. Y salió haciendosé la que lloraba, de pícara. Y
se sentó a hacer la que lavaba. Y dice que por áhi ella largó de
intento una tripita. Y siguió por la orilla del arroyo haciendosé
la que lloraba. Y dice que ya caminó la distancia hasta donde estaba
este señor, con el ropaje tan hermoso.
-Una
tripita, que me ha llevado el agua y mi mamá me va a castigar si no
la llevo.
'Té
usté muy alerta. Vea, al alba, no se duerma. Esta noche van a cantar
dos animales, el burro y el gallo. Cuando cante el burro, usté
levante la cabeza y cuando cante el gallo usté baje la cabeza.
Y
bueno, y dice que ya se fue a la casa de la madre. Y ya pegó la
vuelta y se jue sin despedirse, ni nada.
La
Cenicienta andaba siempre trabajando. Y por último llegó la hora.
Se acostó muy temprano. Y dice que ya jue la hora. Y cantó el
gallo, y ella bajó la cabeza. Y sintió cantar el burro y levantó
la cabeza. Entonce sintió esta mujer que le cayó una cosa en la
frente, que no sabía qué era, si eran las orejas del burro o qué
parte del burro era. Y entonce que le dice a la madre:
-¡Ay,
hija mía! -que le dice. ¡Qué castigo! ¡Qué castigo! No comprendo
yo lo que te ha caído en la frente.
-Traite
un cuchío, te voy a cortar lo que te ha caído en la frente, un
miembro terrible ti ha caído en la frente.
Y
lo que le tironiaba la madre para sacarle era un dolor que no podía
resistir. Entonce agarró un trapo y le hizo una gran vincha, porque
era muy grande lo que tenía. Ya ve usté cómo castiga Dios. Y dice
que ya se levantaron muy tristes, las dos niñas envinchadas.
Y
dice que esto había llegado a los óidos del Rey. Esto tan curioso.
Y dice que le dice el Rey al Príncipe Real:
-Te
vas a tomar el coche real y te vas a ir por todas las casas más
pobres, buscando a esa niña que tiene una estrea en la frente.
Que
lo mandó al Príncipe con dos lacayos. Y entonce dice que el
Príncipe salió a buscar dando vuelta a todas las casas. Y dice que
le dice un señor:
-En
aquella casa la va a encontrar. Es una güérfana que le dan mal
trato y la tienen envidiandolá no más.
Bueno.
Entonce dice que se dirigió a la casa. Lo saludó muy cortés la
señora, pero no lo invitó que se bajara. Dice que le dice:
Pero
como la vieja ya estaba alerta, la niña ya 'taba escondida en una
caja grande de madera, que tenía.
Dice
que le dijo:
-Yo
no tengo ninguna niña con estrea en la frente. Yo sólo tengo una
niña que tiene otra cosa en la frente. Si usté quere pasar, pase,
áhi 'tá sentada en el estrado.
Que
tenía estrado la casa. Entonce tenían estrado todas las casas. Y
dice que sintió horror cuando vio el Príncipe este mostruo que
tenía la pobre mujer. Y se retiró el Príncipe. Y entonce dice que
principió a toriar el cuzquito de lo casa, y que decía para el lado
de la caja:
«Ñu,
ñau, caja pitiña,
niña
estrea en la frente.
Burrita
pajiña,
sentada
en el estrado».
El
cuzquito hablaba clarito, esto. Era como un ángel que le estaba
aclarando el caso. Por tres veces dice que le decía al Príncipe.
Entonce el Príncipe se volvió y sintió lo que decía el cuzquito.
Y
sacaron la niña. Y dice, qué placer, qué gusto tuvo el Príncipe
de ver esta niña tan bonita, con una estrea en la frente. Y la sacó
de la caja y la puso en el coche para que fuera su esposa. Y la
Cenicienta se casó con el Príncipe después de cumplir los quince
años. La llevaron al palacio y la educaron. Y la vistieron como
Princesa.
Josefa
Roldán, 80 años. Tulumba. Córdoba, 1952.
A
pesar de la edad de la narradora, conserva sus muy buenas aptitudes
para relatar.
Cuento
1042. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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