Una ardilla, una aguja y
un guante ya viejo vivían juntos y eran buenos amigos. Un día decidieron salir
de caza por el bosque: la ardilla y el guante caminaban delante; la aguja iba
detrás. Llegaron a la linde del bosque, pero, por más que buscaban, no había
qué cazar. La ardilla y el guante ya estaban a punto de abandonar la cacería
cuando se oyó de improviso la voz de la aguja:
¡Rápido, rápido, ardillita!
¡Guantecito, ven aquí!
¡Venid a ver qué he encontrado
en la tierra abandonado!
La ardilla y el guante se
dirigieron a donde estaba la aguja, pero no vieron más que un charco en medio
del sendero.
-¿Esto es lo que has
encontrado? -gritaron ambos con fastidio.
-¿Por qué? ¿No os parece
bastante?
-¡Eres más tonta de lo
que creía! ¡Nos has llamado para algo totalmente inútil!
Y dicho esto, retomaron
el camino: la ardilla y el guante delante; la aguja, detrás.
Poco después llegaron al
corazón del bosque, pero, por más que buscaban, no había nada en absoluto que
cazar. La ardilla y el guante dijeron que volverían a casa. Pero de nuevo se
oyeron los gritos de la aguja:
¡Rápido, rápido, ardillita!
¡Guantecito, ven aquí!
¡Venid a ver qué he encontrado
en la tierra abandonado!
La ardilla y el guante se
dirigieron a donde estaba la aguja, pero no vieron más que un tronco en medio
de un pequeño prado.
-¿Esto es lo que has
encontrado?
-¿Por qué? ¿No os parece
bastante?
-¡Eres más tonta de lo
que creía! ¡Nos has llamado para algo totalmente inútil!
Y retomaron su camino: la
ardilla y el guante, delante; la aguja, detrás.
Poco después llegaron al
otro extremo del bosque, pero tampoco allí había nada que cazar. La ardilla y
el guante estaban a punto de volver a casa cuando, por tercera vez, oyeron gritar
a la aguja:
¡Rápido, rápido, ardillita!
¡Guantecito, ven aquí!
¡Venid a ver qué he encontrado
en la tierra abandonado!
La ardilla y el guante no
querían siquiera volverse, pero al fin fueron a ver y... ¿qué creéis que
vieron? Su amiga la aguja había capturado un ciervo.
El guante y la ardilla se
quedaron con la boca abierta por la sorpresa.
-¿Cómo has hecho para
capturarlo? -preguntó la ardilla.
-Muy sencillo -respondió
la aguja. Me escondí tras una mata de hierba, el ciervo se puso a pastar y yo me
clavé en su corazón.
La ardilla y el guante ya
viejo estaban fuera de sí de la alegría, pero la aguja añadió:
-Yo he conseguido la
comida para el almuerzo. Ahora os toca a vosotros colaborar en los preparativos
de la cena.
La ardilla y el guante se
pusieron enseguida en acción. La ardilla partió en pedazos el tronco y
encendió el fuego. El guante llevó el agua del charco y sumergió en ella una
buena pierna de ciervo.
Y si la comida fue
sabrosa, la cena lo fue aún más
002. anonimo (finlandia)
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