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martes, 13 de enero de 2015

Una nueva casa para la ardilla

Tomás se había hecho muy amigo de la ardilla y la convenció para que se quedara en su jardín.
Así que se dirigieron al parque con el fin de transportar todas las pertenencias de la ardilla. No os podéis imaginar la cantidad de cajas, jarras, tarros, tazas y recipientes de todas clases que pueden caber en la casa de una ardilla. En uno decía «almendras garrapiñadas». En otro, «almendras saladas». En un tercero, «reserva de nueces». En los demás, «harina», «piñas», «bayas de saúco», «bellotas», etc.
No fue fácil hacer la mudanza y trasladarlo todo, sin romper nada, al jardín de Tomás. Después, la ardilla lo subió todo al pino y, desde aquel día, vive feliz cerca de su amigo.


0.999.1 anonimo cuento - 064

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