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martes, 13 de enero de 2015

La princesa dora y el principe rana

Cuando el joven intentó darle las gracias a la princesa por haberlo liberado, ella replicó, indignada, que no había liberado a nadie, que se había limitado a acariciar a una ranita.
-Pero princesa, la rana era yo. Un hada malvada me tenía hechizado.
-Entonces, ¡ya puedes ir convirtiéndote en rana otra vez!
-Si prometéis acariciarme de nuevo -replicó el joven.
La princesa aceptó y, al momento, el príncipe se convirtió en rana. Pero, entonces, la rana exigió:
-Ya que me acariciáis, prometedme también que os casaréis conmigo.
La princesa Dora dio su palabra y, poco después, se celebraron en palacio las suntuosas bodas.


0.999.1 anonimo cuento - 064

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