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jueves, 8 de enero de 2015

El guisante magico

Enrique sentía auténtica pasión por los guisantes. Un día, su madre le dio un cuenco con guisantes para que los desgranara para la cena. Los estaba sacando uno a uno de la vaina, cuando, de pronto, uno se le escurrió entre los dedos y rodó por el suelo. Enrique corrió a atraparlo. El guisante atravesó la cocina, llegó al jardín, al tiempo que crecía y crecía, hasta que tuvo el mismo tamaño que Enrique.
El niño, que corría tras el guisante, se paró, petrificado. El guisante rodaba en sentido contrario y perseguía a Enrique como él había hecho.
Un árbol que allí había le salvó la vida. Se subió a una rama, lejos del alcance del guisante maldito, ¡que todavía sigue rodando!


0.999.1 anonimo cuento - 063

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