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sábado, 28 de julio de 2012

El armiño y la liebre

El blanco armiño, escondido en la nieve, acechaba a un ratoncito. Pero de pronto llegó a la carrera la liebre blanca, que no vio al armiño y saltó a sus lomos. El armiño, reparando en que una cosa blanca le había caído encima, reaccionó enérgicamente a mordiscos y poco faltó para que le arrancase una pata a la liebre.
El percance acabó en un tribunal, en el que la liebre citó al armiño frente al oso:
-¿Por qué has mordido a la liebre? -preguntó severamente el oso al armiño.
-Yo no sabía que era una liebre. ¿Quién podría reconocerla en la nieve, tan blanca como es? Ella no debería haberme saltado encima.
-Y tú, liebre, ¿por qué has saltado encima del armiño?
-Yo no sabía que era el armiño. ¿Quién podría reconocerlo en medio de la nieve tan blanco como es?
El oso pensó un momento y después dijo:
-El armiño es inocente y la liebre no tiene culpa alguna. ¿Qué queréis que haga yo?
Aferró a la liebre por las orejas y al armiño por la cola y los echó fuera. Pero debéis saber que el oso tenía las patas muy sucias: por ello, desde aquella época, la liebre blanca tiene las orejas negras y el armiño tiene una borla negra en el extremo de la cola. Así se los puede reconocer ahora en medio de la nieve.

005. anonimo (china-cultura altai)

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