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jueves, 2 de agosto de 2012

La perdiz y el zorro

Había una vez un zorro y una perdiz que eran amigos. Un día los dos se juntaron en el camino y el zorro, que envidiaba el silbido de la perdiz, le pidió que le enseñara a silbar. La perdiz le contestó:

‑Bueno, te voy a enseñar a silbar, pero si no me comes.
‑Te lo prometo, pero quiero silbar tal cual tú lo haces ‑le contestó el zorro.
‑Pero si no me cazas.
‑¡Cómo no!
‑Bueno. Cuando yo era niña mi madre me cerró la boca y por eso puedo silbar. Si quieres hacemos lo mismo. Te la cierro para que te salga mejor el silbido y te coso bien los bordes de la boca ‑le dijo la perdiz.
‑Bueno ‑dijo el zorro.

La perdiz con gran esmero le cosió la boca con un hilo bien fuerte. Le dejó apenas un chiquito abierto al costado de la boca por donde salía un soplido.

‑Bueno, puedes irte ‑le dijo el zorro.
‑Vete tú primero, yo voy a seguir viaje, pero acuérdate de tu promesa de no comerme.

La perdiz, que no le perdonaba los sustos que le había hecho pasar, se fue despacito despacito, escondiéndose por un sendero.
El zorro, entretenido, iba chiflando por el camino, hasta que la perdiz ¡de golpe! se levantó volando y... ihuac! el zorro la quiso cazar, pero iuh! ¡ay! ¡ay!, se olvidó que tenía la boca cosida y al abrirla se la rajó de oreja a oreja y se la rompió toda.
Desde entonces el zorro tiene tan grande la boca.

Argentina, Chile, Uruguay.

Tiene alrededor de 48 versiones y variantes.

Fuente: María Luísa Miretti

081. anonimo (sudamerica)

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